Un estudio realizado por expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica revela que el gasto energético humano ha disminuido en las últimas tres décadas, lo que podría ser clave en la lucha contra la obesidad. Los resultados contradicen la creencia de que el sedentarismo era la principal causa de este problema y plantean interrogantes sobre las razones detrás de esta disminución.
La energía necesaria para llevar a cabo funciones básicas del cuerpo humano, como respirar y la circulación, ha disminuido significativamente en los últimos 30 años, según un estudio llevado a cabo por expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica. Este hallazgo sorprendente podría tener implicaciones importantes en la lucha contra la obesidad, ya que está directamente relacionada con la cantidad total de energía gastada por cada individuo.
Contrariamente a lo esperado, los investigadores descubrieron que la disminución no se debe a una reducción en la actividad física, sino al descenso en el gasto basal, que es la energía utilizada para las funciones corporales básicas. Estas funciones, que incluyen la respiración y la circulación, constituyen una parte fundamental del gasto energético total de una persona.
Los resultados del estudio brindan una mejor comprensión de cómo la ingesta de alimentos contribuye a la obesidad, una epidemia creciente que afecta la calidad de vida y aumenta el riesgo de diversas enfermedades. La obesidad ocurre cuando la ingesta de energía es mayor que el gasto energético de una persona.
Los expertos utilizaron una base de datos llamada «Agua doblemente etiquetada» del Organismo Internacional de Energía Atómica, que utiliza isótopos estables para determinar la cantidad de energía gastada por una persona. Mediante el análisis de muestras de orina, los científicos pudieron estimar la cantidad de dióxido de carbono producida, lo cual está directamente relacionado con el gasto energético.
El análisis de mediciones recogidas desde la década de 1980 reveló que el gasto energético total ha disminuido alrededor de un 7,7% en los hombres y un 5,6% en las mujeres. Estos resultados contradicen la idea previa de que la obesidad era causada por un estilo de vida sedentario, con menos actividad física y un aumento en la ingesta de alimentos.
John Speakman, autor principal del estudio, destacó que aunque el gasto en actividad física ha aumentado ligeramente con el tiempo, lo que realmente ha disminuido es el gasto energético basal. Aunque no se conocen las causas exactas de esta disminución, se especula que los cambios en la dieta pueden ser un factor importante.
Los hallazgos de este estudio plantean preguntas importantes sobre cómo revertir la disminución del gasto energético basal y podrían sentar las bases para estrategias eficaces en el tratamiento de la obesidad. Sin embargo, hasta que se obtengan respuestas más claras, la mejor manera de prevenir la obesidad sigue siendo no excederse en la ingesta de alimentos.
Con el objetivo de ampliar la investigación, el Organismo Internacional de Energía Atómica ha iniciado un proyecto para recopilar datos de Asia, África y América Latina, en busca de una visión más global sobre la epidemia de obesidad y sus causas.
La jefa de la sección de Estudios Nutricionales y Medioambientales Relacionados con la Salud del Organismo, Cornelia Loechl, destacó la importancia de las bases de datos en el estudio de la obesidad, ya que permiten abordar grandes interrogantes sobre las causas de esta condición y proporcionar pruebas más sólidas para combatirla de manera efectiva.