Un reciente estudio que analiza ensayos clínicos sobre remedios contra la resaca muestra que la calidad de la evidencia científica es tan baja que no se puede recomendar ninguno de ellos para prevenirla o tratarla.
Por Esther Samper
Los múltiples efectos asociados a la resaca (cuyo término médico es veisalgia) son bien conocidos por la población general: dolor de cabeza y muscular, malestar general, náuseas, fatiga, irritabilidad, mareos, especial sensibilidad al ruido y a la luz… Estos síntomas que aparecen tras un episodio de consumo excesivo de alcohol, cuando el nivel de esta molécula en sangre se acerca a cero, provocan con frecuencia absentismo laboral y estudiantil. Además, en diversos países, como Estados Unidos, la resaca tiene un gran impacto en la productividad económica.
A pesar de lo cotidiano que resulta la veisalgia, no se conocen completamente todos los mecanismos que están involucrados. Este trastorno es complejo y son muchos los factores detrás: deshidratación, presencia de metabolitos tóxicos por la transformación del alcohol en el cuerpo, alteración del sistema inmunitario, inflamación del tracto gastrointestinal, bajos niveles de glucosa en sangre, cambios hormonales, etc.
La gran incapacidad temporal que provoca la resaca en las personas que la sufren lleva a una acuciante necesidad de un remedio para tratarla. Para satisfacer esta demanda, que se acentúa en festividades como Nochevieja, múltiples empresas comercializan productos que se publicitan como «curas» contra la resaca o efectivos contra ella. Sin embargo, la evaluación científica sistemática de este tipo de productos brilla por su ausencia. Por esta razón, investigadores de la Universidad King’s College de Londres y de la Fundación Trust NHS Maudsley (Reino Unido) decidieron realizar una revisión sobre el conjunto de ensayos clínicos que estudiaban la efectividad y la tolerabilidad de diversos remedios contra la resaca. Sus resultados se han publicado recientemente en la revista Addiction.
Los autores observaron que hasta su estudio, no había ninguna investigación que hubiera analizado de forma cuantitativa y robusta los resultados de los ensayos clínicos con tratamientos para la resaca, incluyendo comparaciones de datos entre ellos. Además, las dos revisiones publicadas previamente se habían quedado desactualizadas por la publicación de nuevos ensayos.
En total, los investigadores seleccionaron 21 estudios clínicos sobre tratamientos contra la resaca publicados hasta el 1 de agosto de 2021 en los que se incluían 386 participantes adultos y sanos. Las moléculas que se probaron en los citados ensayos como terapias contra la resaca fueron: Clovinol (extracto con polifenoles derivados del clavo), los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos ácido tolfenámico, naproxeno y loxoprofeno, piritinol (estimulante del sistema nervioso), extracto de la fruta del árbol Hovenia dulcis, complemento de L-cisteína y vitaminas B y C, ginseng rojo, zumo de pera coreana, extracto rico en polisacáridos de la planta Acanthopanax senticosus, higo chumbo, N-acetilcisteína, los productos Rapid Recovery, Duolac ProAP4, Morning Fit, y SJP-001, hojas de la planta Phyllanthus amarus (Phyllpro), curcumina, L-ornitina, propanolol, alcachofa, fexofenadina (fármaco antihistamínico) y clometiazol (sedante).
La primera limitación que ofrecía el conjunto de la evidencia científica es que ninguno de los tratamientos descritos se evaluaron en dos o más ensayos clínicos independientes, en comparación con el placebo. Esto hacía imposible realizar un metaanálisis de ellos para esclarecer los efectos de dichas moléculas. De entre todos los estudios, se observó que varias moléculas aliviaban de forma significativa síntomas asociados a la resaca: ácido tolfenámico, Clovinol, piritinol, extracto de la fruta Hovenia dulcis, L-cisteína y vitaminas B y C, ginseng rojo y zumo de pera coreano.
Sin embargo, todos los ensayos contaban con importantes problemas metodológicos (por ejemplo, número reducido de participantes) o imprecisiones (omitían información relevante), por lo que los científicos consideraban que los resultados de eficacia presentaban una calidad de evidencia muy baja. En el resto de ensayos, no existía evidencia clara de que el remedio fuera mejor que el placebo o los resultados no ofrecían una puntuación general de síntomas asociados a la resaca. Todas las moléculas eran, en general, bien toleradas (no se registraron abandonos de los voluntarios por eventos adversos), pero estos resultados también eran de calidad baja o muy baja.
Los autores detectaron que en 8 de los 21 ensayos solo participaban hombres, por lo que recalcaban la necesidad de mejorar la participación de las mujeres en las investigaciones centradas en la resaca. Por otra parte, las actuaciones típicas para aliviar la resaca como la hidratación abundante con agua y zumos o el consumo de ibuprofeno no se evaluaron en dichos ensayos.
En definitiva, la limitada investigación científica sobre terapias contra la veisalgia y la baja calidad de los estudios publicados hasta ahora no permiten recomendar ningún remedio en particular para aliviar o evitar los síntomas asociados a este trastorno temporal. Por ahora, la única forma segura de evitar la resaca es beber alcohol con moderación o abstenerse de ello. Además, ante personas que acuden a consulta para el alivio de la resaca, los profesionales sanitarios deben identificar posibles trastornos asociados al consumo de alcohol. Es imprescindible un análisis científico más riguroso y extenso para que tanto los médicos como la población general pueden elegir los productos con información basada en la evidencia.
Referencia:
«The efficacy and tolerability of pharmacologically activeinterventions for alcohol-induced hangover symptomatology:a systematic review of the evidence from randomisedplacebo-controlled trials», Emmert Roberts et al. en Addiction, publicado en línea, 31 de diciembre de 2021.
Fuente: INVESTIGACIÓN Y CIENCIA