Sombras de tinta: más allá de los crucigramas para un cerebro activo

Aunque los crucigramas y sudokus son populares como gimnasia mental, la ciencia revela que su aporte es limitado. Para proteger la agudeza cognitiva y reducir el riesgo de demencia, el verdadero logro está en un estilo de vida integral que combine ejercicio, dieta y conexiones sociales, además de desafiar al cerebro con nuevas experiencias

Durante décadas, sentarse con un crucigrama ha sido sinónimo de «mantener el cerebro ágil». Pero, ¿cuánto hay de mito y cuánto de realidad en este hábito? Estudios recientes apuntan a que el beneficio existe, pero es más modesto y específico de lo que se suele creer. Para proteger realmente la salud cerebral, los expertos insisten en sumar otras estrategias: ejercicio cardiovascular, interacción social, control de factores de riesgo y, sobre todo, novedad constante.

Crucigramas: un estímulo efectivo… pero limitado

Un estudio de 2022 en NEJM Evidence evaluó a personas con deterioro cognitivo leve que resolvieron crucigramas durante 12 semanas. Los participantes mejoraron su desempeño en pruebas de memoria y razonamiento, aunque de manera modesta y acotada al grupo de pacientes ya afectados. Otro trabajo, publicado en 2024, analizó a más de 9.000 adultos y halló que quienes dedicaban tiempo a juegos de mesa y rompecabezas —incluyendo crucigramas— obtuvieron mejores puntuaciones en tests de memoria verbal y capacidad de razonamiento.

Sin embargo, estos hallazgos no prueban causalidad pura: es posible que quienes disfrutan de los juegos de palabras ya posean un coeficiente verbal elevado, fruto de mayor educación o de un estilo de vida activo. Como explica Kellyann Niotis, neuróloga preventiva, «las personas con un alto nivel educativo también tienen un CI verbal más alto, y entendemos que estas personas también tienen un riesgo menor» de demencia.

El punto dulce de la dificultad

Gary Small, psiquiatra del Centro Médico Universitario Hackensack, sugiere que no todos los crucigramas son iguales: «Para activar los circuitos neuronales y ejercitar el cerebro hay que encontrar ese punto dulce», dice. Un desafío demasiado fácil no estimula nuevas conexiones, y uno excesivo puede generar frustración y abandono.

El poder del ejercicio

Más allá de las sopas de letras, la evidencia apunta al ejercicio como el pilar número uno para la salud cerebral. El doctor Peter Attia, en su libro Outlive, afirma que «el ejercicio es el elemento más poderoso de nuestro kit de herramientas preventivas». La actividad cardiovascular aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, promueve la neuroplasticidad y eleva los niveles de BDNF, la proteína clave para la formación de nuevas neuronas.

Otros factores críticos

El informe de 2024 de The Lancet sobre demencia identifica 13 factores de riesgo modificables a lo largo de la vida, y sorprende que ninguno sea el crucigrama. Entre ellos figuran la pérdida auditiva, la hipertensión, la obesidad, el tabaquismo, el aislamiento social y la baja educación en la infancia. Para cada uno de estos riesgos existen intervenciones demostradas: desde audífonos hasta programas de actividad física o de estimulación social.

Reservas cognitivas y novedad constante

La noción de «reserva cognitiva» explica por qué algunos adultos mayores mantienen su desempeño pese a cambios en el cerebro. Estudios con neuroimagen muestran que quienes requieren más esfuerzo neuronal para resolver tareas son los primeros en presentar deterioro años después. Por eso, además de repetir rompecabezas, es esencial exponer al cerebro a nuevas actividades: aprender un idioma, tocar un instrumento, emprender proyectos creativos o sociales.

Un enfoque múltiple

Los crucigramas no están en la lista de prioridades de la ciencia, y sin dudas aportan un estímulo mental agradable. Pero no bastan para prevenir el deterioro cognitivo a largo plazo. Para proteger la mente y reducir el riesgo de demencia, conviene adoptar un plan integral que combine:

  • Ejercicio aeróbico regular, para mejorar el flujo sanguíneo y la neuroplasticidad.
  • Dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, pescados y grasas saludables.
  • Interacción social activa, que refuerza la reserva cognitiva.
  • Control de riesgos (hipertensión, diabetes, audición, etc.).
  • Desafíos constantes que introduzcan novedad y aprendizaje continuo.

En definitiva, si bien un crucigrama diario resulta un buen punto de partida, la verdadera gimnasia para el cerebro exige un entrenamiento de cuerpo y mente a la vez.

Redactado por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Meredith Bethune en National Geographic

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