El playero rojizo: el ave playera del corredor migratorio Atlántico que puede volar hasta ocho mil kilómetros sin parar

En conmemoración del Día Mundial de las Aves Migratorias, que se celebra el segundo sábado de mayo, queremos destacar al playero rojizo (Calidris canutus rufa), considerado el ave insignia del corredor migratorio Atlántico en el continente americano.

Esta especie realiza el viaje más extenso al unir el Ártico canadiense con el sur de Tierra del Fuego, recorriendo aproximadamente 32 mil kilómetros al año. Luciana Musmeci, bióloga e investigadora del CONICET en el Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAUS, CONICET), especializada en la conservación de aves playeras migratorias, ha estado estudiando esta fascinante especie.

Bandada de playeros rojizos en Península Valdés. Foto: Dr. Luis Bala.

La científica describe al playero rojizo como una máquina perfecta diseñada para volar. A pesar de su pequeño tamaño, estas aves vuelan a altitudes muy elevadas, casi al límite de la anoxia, y aprovechan los fuertes vientos hacia el sur y hacia el norte para impulsarse. Durante sus migraciones, realizan vuelos enormes y dependen de las paradas en determinadas zonas, como «estaciones de servicio», para reabastecerse de alimento. En general, las paradas en las migraciones hacia el sur y hacia el norte suelen ser en los mismos lugares, aunque no siempre coinciden en ambas migraciones. Se han registrado vuelos de hasta 8.000 kilómetros sin parar en solo seis días, uniendo un sitio cercano a la frontera entre Uruguay y Brasil con Carolina del Norte en los Estados Unidos.

En Argentina, el playero rojizo hace paradas locales en la costa de Buenos Aires (área de Samborombón y Punta Rasa), San Antonio Oeste (Provincia de Río Negro), Península Valdés y el Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral (Provincia de Chubut), y el estuario de Río Gallegos (Provincia de Santa Cruz), antes de llegar a las áreas donde se concentran la mayoría de estos playeros en Tierra del Fuego, tanto del lado argentino como chileno. Musmeci lleva a cabo su investigación en Península Valdés, donde los playeros rojizos se alimentan principalmente de una almeja llamada Darinas solenoides, aunque también incorporan poliquetos y crustáceos en algunas playas. Estas aves son capaces de detectar cambios en la presión alrededor de las presas y estimar el tamaño aproximado de las almejas para evaluar su costo-beneficio antes de ingerirlas.

Bandada de playeros rojizos en Península Valdés. Foto: Dr. Luis Bala.

Durante sus vuelos de larga distancia, las aves pierden casi la mitad de su peso, pero tienen la capacidad de recuperarlo al llegar a las paradas migratorias tras alimentarse. Por ejemplo, en Península Valdés, se ha observado que un playero rojizo consume un promedio de 8.000 almejas al día para recuperar su energía.

Sin embargo, el playero rojizo enfrenta múltiples amenazas a lo largo de su ruta migratoria, tanto en las paradas de alimentación y descanso como en sus lugares de invernada o reproducción. Debido a su especialización en el vuelo, estas aves dependen en gran medida de la disponibilidad de alimento al llegar a cada lugar. Un ejemplo destacado de esta vulnerabilidad ocurrió en la Bahía de Delaware, Estados Unidos, que es una parada migratoria clave antes de llegar al Ártico. Allí, los playeros rojizos se alimentaban de los huevos de los cangrejos bayoneta (Limulus polyphemus). Sin embargo, a principios de la década de 2000, estos huevos comenzaron a ser extraídos como cebo para pesquerías y se descubrieron usos farmacológicos, lo que resultó en una falta de disponibilidad de alimento para las aves migratorias. Este hecho provocó una abrupta disminución en la población de playeros rojizos, que ya había estado en declive desde la década de 1990. Actualmente, se estima que la población migratoria de playeros rojizos en el sur de Sudamérica es inferior a 9.000 ejemplares.

En este contexto, es crucial el trabajo de protección que se realiza a lo largo y ancho del continente. Los esfuerzos de conservación deben integrarse en toda la ruta migratoria y en los extremos migratorios. Se siguen llevando a cabo acciones para reducir la caza ilegal de aves playeras en países del Caribe y el norte de Sudamérica, como Surinam, donde se han capturado playeros rojizos, entre otras especies de aves. Estas aves conectan todo el continente y están expuestas a las amenazas presentes en cada lugar. Por lo tanto, para conservar estas aves migratorias, se requieren diferentes estrategias y la colaboración de diversas organizaciones. Se trata de trabajar en red y que cada individuo aporte su granito de arena desde su propio ámbito hacia la conservación.

El playero rojizo es un ejemplo asombroso de la capacidad migratoria de las aves y de su dependencia de los hábitats costeros a lo largo de su ruta. Su supervivencia y bienestar requieren de acciones coordinadas para proteger y preservar estos entornos cruciales. Concientizar sobre las amenazas que enfrentan las aves migratorias, como el playero rojizo, es fundamental para fomentar la conservación y promover la colaboración internacional en la protección de estas especies valiosas y fascinantes.

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Por Daniel Ventuñuk

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