Imaginate por un segundo que el cable principal que conecta tu cerebro con el resto del cuerpo se corta. Hasta hoy, la medicina nos decía que esa desconexión era definitiva, un camino de ida sin retorno biológico posible. Sin embargo, un equipo de investigadores argentinos acaba de encender una luz en medio de esa oscuridad. Desde un laboratorio en el Hospital Alemán, desafiaron los límites de lo establecido y lograron algo que parecía ciencia ficción: hacer que el cuerpo recuerde cómo repararse a sí mismo en una etapa donde se creía que ya todo estaba perdido.
Las estadísticas son frías, pero detrás de cada número hay una historia de vida que cambia en un segundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año entre 250 mil y 500 mil personas en el mundo sufren lesiones medulares. Generalmente son adultos jóvenes, víctimas de accidentes de tránsito, caídas o golpes fuertes. El diagnóstico suele ser devastador porque, a diferencia de un hueso que suelda o una piel que cicatriza, el sistema nervioso central tiene una pésima capacidad de auto-reparación.
Hasta ahora, la medicina paliativa hacía lo que podía: acompañar, rehabilitar y adaptar. Pero la gran deuda pendiente seguía siendo la regeneración. ¿Cómo volvemos a unir esos cables cortados?
Aquí es donde entra en escena el doctor Ramiro Quintá, investigador del CONICET en el Laboratorio de Medicina Experimental “Dr. Jorge E. Toblli” del Hospital Alemán (HA). Junto a su equipo, Quintá se negó a aceptar el «no se puede» y puso el foco en una proteína muy especial llamada Netrina-1. Los resultados de su trabajo, que acaban de ser tapa en el prestigioso Journal of Neurotrauma, podrían marcar un antes y un después en cómo entendemos estas lesiones.
La «caja maestra» y el problema del empalme
Para entender la magnitud del hallazgo, primero hay que entender la anatomía del problema. Quintá lo explica con una claridad meridiana, usando una analogía que nos toca de cerca a todos los que alguna vez lidiamos con una instalación eléctrica: «Podemos entender a la médula espinal como un canal por donde pasan todos los cables que transmiten toda la información nerviosa que van desde la caja maestra (encéfalo) hacia todo el cuerpo, y que, al cortarse ésta, no hay chances de empalme (fusión), con lo cual la limitante está en lo que se conoce como proceso reparativo y reconectivo», señala el investigador.

El desafío no era solo «pegar» el cable, sino hacer que la información vuelva a fluir.
Netrina-1: el GPS de las neuronas
¿Qué tiene de especial esta proteína? La Netrina-1 no es un invento de laboratorio, sino una herramienta que la naturaleza usa cuando nos estamos formando. Durante el desarrollo embrionario, esta molécula actúa como un «guía de tráfico», promoviendo el crecimiento y la navegación tridimensional de los axones (los cables neuronales) desde el cerebro hacia la médula.
La hipótesis de Quintá fue brillante en su lógica: si esta proteína sabe cómo construir el camino cuando somos embriones, ¿podrá recordarle al cuerpo cómo reconstruirlo después de una lesión?
«En particular, Netrina-1 modula el crecimiento de una estructura llamada tracto córtico espinal. Esta estructura regula el movimiento voluntario y preciso en seres humanos, y es la principal estructura afectada en una lesión espinal», detalla Quintá. Y agrega sobre su razonamiento científico: «Mi hipótesis fue que si esto sucede durante el desarrollo en condiciones normales, tal vez podría replicarse si se administra netrina-1 en forma exógena, como una terapia luego de una lesión y fue así que observamos que tiene un efecto terapéutico».
El desafío de lo crónico
Lo verdaderamente revolucionario de este estudio es el cuándo. En 2021, el equipo ya había logrado resultados en la fase aguda (inmediatamente después de la lesión). Pero seamos sinceros: la mayoría de los pacientes que hoy esperan una cura ya pasaron esa etapa. Las lesiones agudas se vuelven crónicas muy rápido, entre seis meses y un año, y es ahí donde la esperanza solía diluirse.
«Luego de esta cronicidad los pacientes no presentan mejorías sustanciales», aclara Quintá. Por eso, este nuevo trabajo subió la vara y probó la terapia en un modelo de lesión crónica que imita, por ejemplo, las secuelas de un accidente automovilístico grave.
Volver a trepar
Los resultados en el modelo preclínico (realizado con ratas de laboratorio) fueron sorprendentes. Mediante resonancias magnéticas y microscopía de alta precisión, vieron que la inyección de Netrina-1 sobre la zona dañada inducía, efectivamente, el crecimiento de los axones.
Pero lo más impactante no fue lo que vieron en el microscopio, sino lo que vieron en el comportamiento de los animales. «La inyección de Netrina-1 logró reconectar fibras nerviosas en un modelo preclínico de lesión medular crónica y de este modo los animales recuperaron el movimiento de las tres articulaciones: cadera, rodilla y tobillo en forma extensiva, previamente perdido producto de la lesión», celebra Quintá.

Y no fue solo un movimiento espasmódico; fue recuperación funcional real. Según relata el investigador, los animales «recuperaron la fuerza para poder trepar, orientarse y escalar».
Un futuro con cautela y esperanza
Si bien estos resultados nos invitan a soñar, la ciencia requiere paciencia. Quintá es el primero en poner los pies sobre la tierra: «Este tipo de patología no tiene aún cura, sólo tratamientos paliativos y de recuperación o re adecuación a la nueva vida».
Sin embargo, el camino está trazado. «Los resultados son alentadores y nos motivan a seguir avanzando en esta línea de investigación para acercarnos al día en que sea posible la realización de ensayos clínicos que comprueben la seguridad y eficacia de esta estrategia terapéutica», concluye el científico argentino.

El estudio contó con la participación de Julieta Schmidt (primera autora), Ana Uceda y Alejandra Sgariglia del Hospital Alemán, y la colaboración internacional del doctor Ricardo Battagino de la Universidad de Miami. Juntos, han dado un paso gigante para que, algún día, el diagnóstico de parálisis deje de ser una sentencia definitiva.
Referencia:
Schmidt, J., Uceda, A., Sgariglia, A., Battagino, R., & Quintá, H. R. (2025). Netrin-1 Therapy Restores Partial Hindlimb Movement in a Rat Model of High-Severity Chronic Spinal Cord Injury. Journal of Neurotrauma.
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Bruno Geller
