Todos lo hemos sentido: la euforia total que te hace saltar del sillón o la bronca desmedida que te lleva a gritarle al televisor. El fútbol es pura pasión. Pero, ¿qué pasa exactamente en nuestro cerebro durante un partido? Un equipo de investigadores chilenos metió a 60 hinchas en un resonador y descubrió que, ante un gol en contra, la parte de la cabeza que nos frena, literalmente, «se apaga» en segundos.
Un gol puede desatar una tormenta perfecta en el cerebro. Un nuevo estudio publicado en la revista Radiology ha logrado ponerle imágenes a esa sensación, demostrando cómo la pasión por un equipo reconfigura nuestros circuitos neuronales en tiempo real.
El trabajo, liderado por el investigador chileno Francisco Zamorano, de la Universidad San Sebastián, utilizó resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear el cerebro de 60 aficionados al fútbol mientras vivían el drama máximo: ver partidos de sus equipos contra sus rivales históricos.
Los resultados revelan una neurobiología de dos caras:
- Cuando tu equipo mete un gol: El cerebro reacciona como se espera. Se «encienden» con fuerza todas las regiones vinculadas al placer y la recompensa. Es una explosión de dopamina similar a la que se siente al ganar dinero o recibir una gran noticia.
- Cuando el rival mete un gol: Aquí es donde ocurre lo más fascinante y preocupante. En lugar de activarse, el área responsable del control cognitivo y la autorregulación —el córtex cingulado anterior dorsal— mostró una «supresión paradójica». En criollo: la «torre de control» del cerebro, la que nos ayuda a tomar decisiones racionales y frenar impulsos, disminuye su actividad justo en el momento en que más se la necesita.
Este hallazgo es la explicación científica de un fenómeno que vemos todos los domingos en las canchas o en los living de las casas. «Esto explica por qué algunos aficionados, incluso racionales, pueden perder los estribos en un estadio», señala Zamorano. La investigación también confirmó que, a mayor nivel de fanatismo (medido previamente con una escala psicológica), más intensa es esta respuesta emocional y mayor es el «apagón» del autocontrol.
Pero los autores advierten que este patrón cerebral no es exclusivo del fútbol. Lo que el estudio revela podría ser el mecanismo biológico detrás de otras reacciones extremas, como las que se ven en conflictos políticos o sociales, donde la identidad con el «equipo» o el grupo de pertenencia anula la capacidad individual de autorregulación.
El fanatismo, en definitiva, es una fuerza que se graba a fuego en nuestros circuitos neuronales. Como concluye Zamorano, «el fanatismo se forja en la infancia. Proteger el desarrollo temprano es la mejor forma de prevenir sus consecuencias en la vida adulta».
