Desde su ingreso al país, aumentó su presencia y se registró una sobreabundancia de individuos, lo que provocó daños en el ecosistema de El Palmar, en Entre Ríos. En qué consiste el programa supervisado que, además, brinda beneficios a la comunidad.
Desde 1966, en la Argentina existe un área natural protegida que se creó con la idea de preservar los palmares de yatay, una especie vegetal nativa. Es el Parque Nacional El Palmar, que se encuentra en la provincia de Entre Ríos, a la vera del río Uruguay.
Sin embargo, este ecosistema tan valioso ha sido amenazado principalmente por la introducción de dos especies de animales originarias de otras regiones del mundo: el jabalí y el ciervo axis.
Estos animales han producido graves alteraciones en la zona de El Palmar: no solo son exóticas, sino que sus poblaciones son sobreabundantes en la actualidad, generando diversos daños. Para desacelerar su avance, se implementó una estrategia supervisada en el parque nacional.
Ahora, un equipo de investigadores del CONICET, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, la Administración de Parques Nacionales, junto con colegas de tres universidades de Estados Unidos, evaluaron los resultados: lograron reducir las poblaciones de estos dos animales, que se habían vuelto «plagas», y obtuvieron beneficios adicionales para la comunidad.

Dónde viven el jabalí y el ciervo axis
El jabalí es originario del sudeste asiático, Eurasia y el norte de África. Como consecuencia del transporte realizado por seres humanos en los últimos 500 años, y especialmente durante la era de la exploración y conquista europea, hoy se lo puede encontrar en todos los continentes, excepto en la Antártida.
Por su parte, el ciervo axis es una especie originaria de la India y sus alrededores. «Tanto el jabalí como el ciervo axis son especies invasoras. Fueron introducidas en la Argentina para la caza, pero han generado diferentes efectos negativos en los ecosistemas y pérdidas económicas para la actividad agropecuaria», explicó el doctor Ricardo Gurtler, líder de la investigación publicada en la revista especializada Wildlife Research.
El jabalí es muy prolífico, y sus poblaciones son actualmente abundantes. Suele ser reservorio del parásito que causa la triquinosis en los seres humanos. Además, genera daños ecológicos porque «con la trompa empuja la tierra y elimina la cobertura vegetal, un comportamiento llamado hozada. Como consecuencia, genera parches en la vegetación que son ocupados por plantas exóticas», comentó Gurtler. Ya en 1953, este animal fue declarado especie dañina en el país.
Actualmente, el jabalí está incluido en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
El ciervo axis fue introducido entre 1928 y 1930 en varias estancias de la provincia de Buenos Aires, en el partido de Magdalena. Luego, se dispersó en una gran variedad de ambientes, desde pastizales hasta bosques, matorrales y algunos campos ganaderos. En diciembre pasado, en Corrientes, el ciervo fue declarado «plaga».

Qué daños generan en el Parque Nacional El Palmar
Los jabalíes son omnívoros: pueden alimentarse de animales y vegetales. En el Parque Nacional El Palmar, su presencia afecta la conservación de las poblaciones de la palmera yatay, ya que consumen los renovales de esta especie. También representan una amenaza para aves nativas.
En cuanto al ciervo axis, se alimenta de pastos y arbustos, dispersa semillas de plantas exóticas y erosiona el terreno. También puede ser reservorio de patógenos.
«El impacto de estas especies invasoras aún no está completamente estudiado y cuantificado. Hay un gran desafío en controlar su abundancia y expansión a nivel mundial. Hasta el momento, la única estrategia desarrollada ha sido la caza, y es lo que se permite dentro del parque nacional en el marco de un programa de manejo», comentó Gurtler.

Estrategia para controlar a las plagas
En el Parque Nacional El Palmar, se desarrolló, a partir del año 2006, una estrategia para controlar y reducir las poblaciones de especies exóticas como el jabalí y el ciervo axis, este último, posible reservorio de la bacteria que causa la leptospirosis.
El programa consiste en reclutar a cazadores deportivos, que donan su tiempo, habilidades y recursos para realizar esta tarea de manera estructurada y supervisada. Se llevan una parte del producto de los jabalíes y ciervos axis para consumo propio, mientras que el parque dona otra parte a escuelas y comedores comunitarios de la región.
«El programa de manejo del jabalí y el ciervo axis con cazadores deportivos logró sustentabilidad a largo plazo –resaltó Gurtler–, algo que no se verifica en ningún otro lugar del país ni en países vecinos como Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil, donde también hay problemas con la invasión de estas especies y planes de manejo en marcha».
Antes de que se consuma, la carne de jabalí es examinada para verificar que esté libre de patógenos. «Desde 2006, se ha observado que, por un lado, se logró reducir la población de las especies exóticas y, por otro, se aportó un producto de consumo a la comunidad. El programa alcanzó una sustentabilidad superior», expresó Gurtler.
Durante la investigación, se estudió la dinámica poblacional de jabalíes y ciervos bajo la estrategia de control por caza en el parque nacional para determinar si es posible llegar a un equilibrio.
«Sabemos que estos animales no pueden ser erradicados del continente debido a su gran expansión y la falta de barreras geográficas, pero el programa de captura en El Palmar ha demostrado que se pueden minimizar los daños de su presencia en un área natural protegida. Es la única experiencia con beneficios documentada en Sudamérica», afirmó Gurtler.
Para el investigador, «la estrategia de control de las plagas permite que la población humana acceda a proteínas animales al consumir jabalí y ciervo axis. Como el producto es evaluado antes de ser consumido, se reduce el riesgo de transmisión de triquinosis y leptospirosis».
También se evaluaron los resultados sobre las capturas de ciervos axis. Las sesiones nocturnas de caza controlada «fueron sustancialmente más efectivas para sacrificar ciervos que las diurnas», escribieron en el trabajo.
Al final del estudio, los investigadores, incluidos científicos de las universidades Rockefeller, Columbia y Chicago de los Estados Unidos, destacaron: «Ajustar el horario de las sesiones de caza a los intervalos de máxima actividad de los ungulados aumentó sustancialmente la eficiencia de los esfuerzos de gestión en términos de tasas de eliminación y valor reproductivo de los ejemplares sacrificados».
Dicho de otro modo, al implementar el estudio con diseño cuasi-experimental, se pudo establecer que modificar el horario de la caza incrementa la efectividad del control del ciervo sin afectar los logros alcanzados con el jabalí. La intervención consistió en 48 sesiones de caza agrupadas en bloques, con 43 equipos de cazadores durante un año y medio.

Qué lecciones se pueden aprender de los resultados del estudio
Tras leer el estudio publicado en Wildlife Research, la doctora María Fernanda Cuevas, quien también ha investigado el impacto de especies exóticas –como los jabalíes– en el Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas (CONICET, Mendoza), opinó: «El plan de manejo del Parque Nacional El Palmar es un gran ejemplo en cuanto al manejo de dos especies exóticas invasoras en la Argentina».
La científica agregó: «El trabajo publicado tiene un gran valor. Se observa que, a través del estudio ecológico sobre los patrones de actividad y ocupación, se realizaron modificaciones en el manejo de los jabalíes y ciervos axis, logrando una mayor efectividad. Esto se refleja no solo en un aumento del número de individuos cazados, sino también en la captura de ejemplares que durante el día no se veían».
Para Cuevas, «sería muy importante replicar el trabajo realizado en El Palmar en otras áreas protegidas del país. El jabalí está ampliamente distribuido, con cero posibilidades de ser erradicado, pero es necesario su control para mitigar los daños que genera. En el caso del ciervo axis, su distribución alcanza aún pocas provincias, pero es importante generar un control, no solo por el daño directo que genera sobre la biodiversidad. Además, hay que tener en cuenta que ambas especies invasoras son reservorio de muchos parásitos y enfermedades, con riesgo de transmisión a los seres humanos».

El doctor Sebastián Ballari, magíster en manejo de vida silvestre, quien también investigó al jabalí, consideró: «El programa de control de especies exóticas en el Parque Nacional El Palmar se destaca porque se mantuvo desde 2006 y todavía funciona con buenos resultados. Es un ejemplo de gestión, que incluye la colaboración entre organismos públicos, cazadores deportivos y comunidades locales, como comedores comunitarios».
El doctor Ballari es coautor de otro estudio publicado en la revista Ecología Austral que advirtió recientemente sobre «el alarmante crecimiento y dispersión de las poblaciones de jabalí y cerdo silvestre» en la Argentina.
«Consideramos –comentó– que se debería avanzar en la implementación de estrategias de manejo para controlar las poblaciones de jabalí y cerdos silvestres en Argentina con el objetivo de minimizar los impactos sobre la biodiversidad, las pérdidas económicas en la producción y las amenazas a la salud».
Autora: Valeria Román
Fuente: INFOBAE
