Un nuevo mensaje para destinatarios extraterrestres

La misiva «Faro de la Galaxia» constituye un nuevo intento de enviar al espacio una transmisión comprensible para una hipotética inteligencia alienígena.

Por Daniel Oberhaus

Si alguna vez descubrimos vida inteligente fuera de la Tierra, una pregunta clave será: «¿Cómo nos comunicamos?». Un equipo internacional de investigadores liderado por Jonathan H. Jiang, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, ha presentado una nueva misiva destinada a receptores extraterrestres. El «Faro de la Galaxia», que consta de 13 partes, actualiza el mensaje de Arecibo de 1974, el primer intento de la humanidad de enviar una comunicación comprensible para una inteligencia extraterrestre.

Jiang y sus colegas proponen dirigir el mensaje a un denso anillo de estrellas cercanas al centro de la Vía Láctea y que podrían albergar planetas prometedores. La transmisión incluye un remite concebido para ayudar a cualquier oyente extraterrestre a determinar nuestra posición, con la esperanza de eso nos permita entablar una conversación interestelar. «El diseño pretende aportar la máxima cantidad de información sobre nuestra sociedad y la especie humana en un mensaje de extensión mínima», explica Jiang. «Gracias a los avances en tecnología digital, podemos hacerlo mucho mejor que en 1974».

Casi todos los mensajes que hemos enviado al espacio hasta ahora comienzan con un intento de establecer puntos en común por medio de las matemáticas y la ciencia básica, que presumiblemente le resultarán familiares a cualquier especie extraterrestre lo bastante avanzada como para recibir una señal de radio. Pero los científicos deben decidir cómo codificar esos conceptos. En vez de emplear sistemas numéricos o lenguajes humanos arbitrarios, muchos proyectos (incluido el «Faro de la Galaxia») optan por presentar el mensaje como un mapa de bits, una imagen pixelada creada a partir de código binario.

Usar un mapa de bits es un enfoque lógico, ya que parece que cualquier especie inteligente podría reconocer la naturaleza de un sistema binario, que adopta dos estados: encendido o apagado, presente o ausente. No obstante, la estrategia también presenta inconvenientes. Cuando Frank Drake, pionero en la búsqueda de inteligencia extraterrestre, creó un prototipo de la transmisión de Arecibo, envió el mensaje binario a algunos colegas, entre ellos varios premios Nobel. Ninguno entendió su contenido y solo uno se percató de que se trataba de un mapa de bits.

E incluso si los alienígenas lograran descifrar el mensaje, quizá no fueran capaces de ver ninguna imagen. «Una de las ideas clave es que los extraterrestres también poseerán sentido de la vista, dado que este ha surgido de manera independiente muchas veces en la Tierra», indica Douglas Vakoch, presidente del proyecto METI (Envío de Mensajes a Inteligencia Extraterrestre), una organización sin ánimo de lucro que estudia cómo comunicarse con otras formas de vida. «Pero ese es un gran condicionante, e incluso si pudieran ver, la cultura es una parte integral de la forma en que representamos los objetos».

El enfoque de Jiang y sus colegas, publicado en la revista Galaxies, se basa en gran medida en el mensaje Cosmic Call, enviado en 2003 desde el radiotelescopio Eupatoria RT-70, situado en la región de Crimea. Esa transmisión incluía un «alfabeto» de mapa de bits especialmente diseñado para ser robusto frente a errores de transmisión. El mensaje de Jiang, que comienza enviando un número primo para subrayar el carácter artificial de la emisión, emplea ese alfabeto para presentar nuestro sistema numérico decimal y las matemáticas básicas. A continuación, se vale de un fenómeno universal —la radiación que libera un átomo de hidrógeno al cambiar de estado energético— para explicar la noción de tiempo e indicar el momento en que se envió la comunicación desde la Tierra. La misiva también muestra los elementos más comunes de la tabla periódica y describe la estructura y química del ADN.

Las últimas páginas podrían ser las más interesantes para los extraterrestres, pero también las más difíciles de entender. Incluyen un boceto de un hombre y una mujer, un mapa de la superficie terrestre, un diagrama del sistema solar y la frecuencia de radio que los alienígenas deberían usar para responder al mensaje. Además, proporcionan las coordenadas de nuestro sistema solar con respecto a los cúmulos globulares, grupos estables y compactos de miles o millones de estrellas que seguramente conocería cualquier especie que observara el espacio desde algún lugar de la galaxia.

Páginas del mensaje «Faro de la Galaxia» donde se codifican los números, se representa el sistema solar y se invita al receptor a responder en una frecuencia específica. Los autores proponen transmitir las 13 partes de la misiva mediante código binario que el receptor transformaría en imágenes. [Fuente: «A beacon in the galaxy: Updated Arecibo message for potential FAST and SETI projects», por Jonathan H. Jiang et al. en Galaxies, vol. 2, art. 55, marzo de 2022]

Los investigadores proponen transmitir el mensaje desde la Batería de Telescopios Allen de California o desde el Telescopio Esférico de Quinientos Metros de Apertura (FAST, por sus siglas en inglés) de China. Tras la reciente destrucción del telescopio de Arecibo, estos son los únicos radiotelescopios del mundo vinculados de forma activa a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Por ahora, sin embargo, lo único que pueden hacer ambos instrumentos es escuchar el cosmos, y Jiang admite que dotarlos de equipos de transmisión sería un proyecto complejo. Pero es factible, y el grupo de Jiang ya ha empezado a hablar con los investigadores del telescopio FAST para materializarlo.

Una cuestión más profunda y que ha generado controversia entre muchos científicos de este campo es si deberíamos enviar un mensaje: ¿podría ser una pérdida de tiempo o alentar el ataque de seres malignos? «Yo no vivo con miedo a una horda invasora, pero otras personas sí. Y que yo no comparta sus temores no significa que sean irrelevantes», afirma Sheri Wells-Jensen, investigadora de la Universidad Estatal de Bowling Green experta en temas lingüísticas y culturales relacionados con el diseño de mensajes interestelares. Pero «el hecho de que sea difícil alcanzar un consenso global sobre qué mensaje enviar, o si conviene enviarlo, no implica que debamos renunciar a ello. Es nuestra responsabilidad intentarlo e informar a tanta gente como sea posible».

Muchos insisten en que los posibles beneficios de la búsqueda activa de vida extraterrestre superan claramente a los riesgos. Argumentan que el primer contacto constituiría uno de los mayores hitos de la historia de nuestra especie y si nos limitamos a esperar que alguien nos llame, quizá no ocurra nunca. En cuanto al peligro de que nos aniquile una especie alienígena malvada, hace tiempo que hemos delatado nuestra presencia. Lo más probable es que cualquier extraterrestre capaz de viajar hasta la Tierra no tuviese problemas para detectar indicios de vida en las firmas químicas de nuestra atmósfera o en la radiación electromagnética que emiten nuestras radios, televisores y sistemas de radar desde hace un siglo.

«Invitamos a todo el mundo a participar en el debate sobre el envío de este mensaje», concluye Jiang. «Confiamos en que la publicación de nuestro artículo anime a la gente a pensar en ello».

Referencia:
«A beacon in the galaxy: Updated Arecibo message for potential FAST and SETI projects», Jonathan H. Jiang et al. en Galaxies, vol. 10, art. 55, 25 de marzo de 2022.

Fuente: INVESTIGACIÓN Y CIENCIA

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