Más allá del boletín: el diagnóstico profundo del futuro en las aulas misioneras

¿Es posible diagnosticar el estado de bienestar de una generación entera en apenas unos meses? Un ejército silencioso de profesionales recorrió centenares de escuelas en Misiones para responder a esa pregunta. Lo que encontraron tras cruzar las puertas de las aulas no solo son estadísticas médicas, sino un mapa revelador —y por momentos preocupante— sobre cómo están creciendo nuestros chicos, un diagnóstico que va mucho más allá de un simple control de rutina.

LAS 3 ALERTAS DEL PRO.SA.M.E.

Radiografía de 14.088 niños misioneros

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Salud Bucal

La patología más frecuente. Se realizaron más de 1.900 derivaciones urgentes a odontología.

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Nutrición

Alerta roja en la alimentación: el 17% de la población escolar presenta sobrepeso u obesidad.

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Lenguaje y Habla

Dato llamativo: detección de dificultades en el lenguaje en niños de hasta 9 años.

✅ EL DATO POSITIVO: Gracias a la comunicación con los padres, se logró completar el 90% de los carnets de vacunación.
Fuente: Ministerio de Salud Pública de Misiones (2025)

El Salón Oval del Ministerio de Educación fue el escenario donde se bajó el telón de un año de trabajo intenso, de esos que cambian la vida de la gente. El Programa de Salud Misionera Escolar (Pro.Sa.M.E.) cerró su ciclo 2025 con una cifra que impacta por su volumen y su capilaridad: 14.088 niños misioneros evaluados.

No fue una tarea sencilla ni aislada. Fue un despliegue conjunto entre el Ministerio de Salud Pública y el de Educación, Ciencia y Tecnología, que, entre marzo y noviembre, se metió de lleno en 452 establecimientos educativos de nivel primario. El objetivo no era solo «medir», sino diagnosticar, tratar y, sobre todo, seguir de cerca a los niños, niñas y adolescentes en su etapa escolar.

Para dar a conocer los detalles de este relevamiento estuvieron presentes figuras clave como los subsecretarios Danielo Silva (Atención Primaria y Salud Ambiental) y Daniel Mattivi (Salud), junto a Ana Glinka del Consejo General de Educación y los responsables directos de que este engranaje funcione: Guillermo Rolón, coordinador del programa, y Gabriela Reyna, Directora de Nutrición Escolar.

Más allá del peso y la talla

Cuando hablamos de salud escolar, a veces nos imaginamos simplemente una balanza y un centímetro. Pero el Pro.Sa.M.E. fue mucho más a fondo. Se realizaron controles antropométricos —esenciales no solo para ver el estado nutricional, sino como criterio para asignar ayudas alimentarias—, pero también se puso el foco en sentidos que a veces damos por sentados hasta que fallan: la vista y el oído.

Los equipos realizaron audiometrías y controles fonoaudiológicos para detectar alteraciones en el lenguaje o el habla, además de chequeos de agudeza visual y un fuerte trabajo en salud bucal, que incluyó tratamientos con flúor y la entrega de cepillos y pastas dentales. Porque, seamos sinceros, aprender a lavarse los dientes es tan vital como aprender las tablas de multiplicar.

Lo que dicen los números (y lo que nos preocupa)

De las escuelas evaluadas, los datos arrojaron una radiografía que nos obliga a prestar atención. Las patologías más frecuentes se concentraron en tres ejes: la boca, el plato de comida y los ojos.

La salud bucal encabeza la lista de alertas. Según detalló Guillermo Rolón, el coordinador del programa: «Este año tuvimos más de 1900 derivaciones». Un número que habla de la necesidad imperiosa de seguir insistiendo con la prevención.

El segundo punto crítico es la nutrición. No es novedad que la alimentación es un desafío global, y Misiones no es la excepción. El relevamiento mostró que el sobrepeso y la obesidad afectan al 17% de la población escolar analizada.

Pero hubo un dato curioso: el habla. Rolón destacó un fenómeno que vienen observando hace un par de años: «Detectamos que hay niños de nueve años con dificultades en el lenguaje». Que un chico de esa edad tenga trabas para comunicarse es una señal de alerta que excede lo biológico y nos interroga sobre los estímulos y el entorno social post-pandemia.

El escudo de las vacunas y la soberanía sanitaria

No todo fueron diagnósticos de patologías. Hubo un éxito rotundo en la prevención. El programa trabajó fuertemente en completar los esquemas de vacunación, y la estrategia fue la comunicación directa: se contactó a los padres antes de cada operativo. El resultado fue una respuesta ejemplar de las familias. «Logramos completar el 90% de los carnets», celebró Rolón.

Finalmente, hay un aspecto político-sanitario que no se puede pasar por alto. Este tipo de estadísticas y seguimientos no son comunes en todo el país. Gabriela Reyna fue contundente al poner en valor el esfuerzo local: «Se destaca la importancia en generar una estadística provincial que no existe en otras provincias, desde el 2019 que Nación desfinancia el programa y la provincia a través del Ministerio de Salud lo absorbe para continuar dando respuesta a la salud de los niños misioneros».

En definitiva, Misiones ha decidido que la salud de los chicos no es un gasto, sino una inversión que se defiende con datos, con presupuesto propio y con profesionales en el territorio.

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