El suspiro frío del Pacífico no alcanza para apagar el horno global

Todos esperábamos que el océano nos tirara un centro para aliviar las temperaturas, pero la Organización Meteorológica Mundial acaba de actualizar sus datos y el panorama tiene letra chica. Se viene un cambio en el Pacífico, sí, pero los expertos advierten que el «aire acondicionado» natural del planeta no va a tener la potencia suficiente para contrarrestar el calentamiento de fondo.

Si pensabas que con la llegada de «La Niña» podías guardar el ventilador y sacar las camperas livianas, tengo malas noticias. La atmósfera es un sistema complejo, caprichoso y, sobre todo, está cada vez más «dopado» por el cambio climático.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de lanzar su última actualización y los números son claros: hay un 55% de probabilidad de que el fenómeno de La Niña se instale entre nosotros durante los próximos tres meses. Pero —y acá está el gran «pero»— no esperes una era del hielo. Los expertos ya adelantaron que será un evento débil y breve.

Para ponerlo en criollo: es como si en un día de 40 grados prendieras un ventilador chiquito en la otra punta de la habitación. Ayuda, sí, pero no hace milagros contra el calor acumulado.

¿Qué es exactamente lo que está pasando?

Recordemos un poco de qué va esto para no perdernos. Cuando hablamos de «La Niña», nos referimos a un enfriamiento a gran escala de las aguas superficiales en el centro y el este del Océano Pacífico ecuatorial. No es solo agua fría; este cambio en el océano empuja una serie de fichas de dominó en la atmósfera: cambian los vientos, la presión y, por ende, dónde llueve y dónde no.

Históricamente, La Niña funciona como un refrigerante temporal para el planeta. Pero la actualización de la OMM nos baja a la realidad: aunque este fenómeno suele bajar el promedio global, se espera que muchas regiones sigan siendo más cálidas de lo normal.

¿Por qué? Porque este evento natural (La Niña y su hermano caluroso, El Niño) ya no ocurren en el vacío. Ahora juegan en una cancha que está inclinada por nosotros. La OMM insiste en que estos ciclos están sucediendo «en el contexto más amplio del cambio climático inducido por el ser humano». Este calentamiento de base es tan fuerte que está aumentando las temperaturas a largo plazo y exacerbando los extremos, opacando el efecto refrescante que podría traernos el Pacífico.

Un verano con fecha de vencimiento

Lo curioso de este pronóstico es la fugacidad del fenómeno. Según los modelos de Predicción Estacional, esta Niña viene con pasaje de vuelta rápido.

La probabilidad de que el clima regrese a «condiciones neutrales» (ni Niño ni Niña) aumenta gradualmente: pasa de un 65% para el trimestre enero-marzo de 2026, a un 75% para febrero-abril. O sea, es un evento corto.

Para el trimestre diciembre 2025 – febrero 2026, la OMM ya avisó: «se espera que las temperaturas estén por encima de lo normal en gran parte del hemisferio norte y grandes partes del hemisferio sur». Así que a preparar la hidratación y la sombra, porque el alivio será apenas una anécdota estadística.

Información que vale oro (y vidas)

Más allá de si tenemos que usar protector solar o paraguas, estos datos son vitales para la economía y la seguridad. Acá es donde aparece una figura clave: Celeste Saulo, la argentina que hoy es Secretaria General de la OMM, quien destacó la importancia de no tomarse estos pronósticos a la ligera.

«Los pronósticos estacionales para El Niño y La Niña son herramientas de planificación esenciales para sectores sensibles al clima como la agricultura, la energía, la salud y el transporte», explicó Saulo. Y agregó algo fundamental: «También son un componente clave de la contribución de la OMM para apoyar operaciones humanitarias. Esta inteligencia climática nos ayuda a evitar millones de dólares en pérdidas económicas y a salvar innumerables vidas».

Los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales van a estar monitoreando esto minuto a minuto. Porque en un mundo donde el clima se volvió loco, saber de qué lado sopla el viento (y a qué temperatura) dejó de ser una charla de ascensor para convertirse en una estrategia de supervivencia.

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