Durante años, la creencia popular ha sido clara: si tenés el ombligo «para afuera» o «para adentro» es culpa de cómo el médico cortó el cordón umbilical al nacer. Pero la ciencia acaba de desmentir ese mito. Un equipo de investigadores, casi por accidente, descubrió una estructura anatómica oculta que es la verdadera responsable de la forma de nuestra primera cicatriz.
El ombligo, esa marca que todos compartimos y que nos recuerda nuestra primera conexión con la vida, ha sido durante mucho tiempo un pequeño misterio anatómico. Su forma, ya sea cóncava (innie o «para adentro») o convexa (outie o «para afuera»), ha sido atribuida popularmente a la pericia del obstetra al cortar el cordón umbilical. Sin embargo, un nuevo estudio anatómico acaba de revelar la verdadera razón, y no tiene nada que ver con las tijeras del médico.
Buscando reparar hernias, encontraron un túnel
El descubrimiento, como muchos grandes hallazgos de la ciencia, fue casi una casualidad. Un equipo de investigadores japoneses, liderado por el científico Satoru Muro, no estaba tratando de resolver el enigma de los ombligos. Su objetivo era mucho más práctico: buscaban mejorar las técnicas quirúrgicas para reparar hernias umbilicales.
Para comprender mejor la anatomía de la zona, utilizaron imágenes 3D de altísima resolución en cadáveres. Y allí, bajo la piel, encontraron algo que no estaba en los libros de anatomía: una estructura fibrosa, cilíndrica y vertical que conectaba la piel del ombligo con las capas más profundas del abdomen.
La «vaina umbilical»: el ancla de nuestro ombligo
Los investigadores bautizaron a esta estructura jamás descrita como la «vaina umbilical» (umbilical sheath). Se trata de una especie de «túnel» de tejido conectivo, compuesto por colágeno, que funciona como un ancla. Esta vaina tira de la piel del ombligo hacia adentro, sujetándola firmemente a la pared abdominal (la fascia profunda y la línea alba).
Esta tensión constante es la responsable de que, en la gran mayoría de las personas, el ombligo tenga su característica forma hundida. No es un nudo bien o mal hecho, sino una estructura interna que nos moldea desde adentro.
Más que una curiosidad: una nueva guía para cirujanos
Este hallazgo no solo resuelve una duda popular, sino que tiene implicaciones médicas muy importantes. El ombligo es un punto de acceso común en muchas cirugías abdominales, especialmente en procedimientos laparoscópicos o robóticos.
Según los autores del estudio, conocer la existencia y la ubicación exacta de la vaina umbilical puede servir como una nueva guía para los cirujanos. Respetar esta estructura permitiría realizar incisiones más seguras, disminuir el riesgo de hernias postoperatorias y mantener la integridad del soporte anatómico natural del abdomen.
El estudio, sin embargo, deja una pregunta abierta: ¿y qué pasa con los ombligos «para afuera»? Aunque no analizaron ningún caso, los científicos especulan que la razón podría ser una vaina umbilical más débil, delgada o menos desarrollada, incapaz de ejercer la tensión suficiente para hundir la piel. Un outie, entonces, no sería más que un innie con un ancla más laxa. Un pequeño misterio que demuestra que, incluso en la cicatriz más familiar de nuestro cuerpo, la ciencia todavía tiene mucho por descubrir.
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Sergio Parra publicado en National Geographic
