El mayor estudio mundial sobre ocelotes revela una población estable en la Selva Misionera

Es uno de los felinos más hermosos y esquivos de la Selva Misionera, un fantasma con piel de manchas que es, a la vez, un termómetro de la salud del ecosistema. Durante 14 años, un equipo de científicos del CONICET lo siguió con cámaras trampa en el que se ha convertido en el mayor relevamiento de la especie a nivel mundial. Los resultados traen buenas noticias y récords de vida inesperados.

En el corazón de la Selva Misionera, un equipo de especialistas del CONICET ha completado el estudio más exhaustivo y prolongado jamás realizado sobre el ocelote (Leopardus pardalis), uno de los felinos más emblemáticos y sensibles de nuestro continente. La investigación, que abarcó catorce años de monitoreo ininterrumpido, no solo trae noticias alentadoras sobre el estado de la especie en las áreas protegidas de Misiones, sino que también ha revelado secretos sobre su biología que rompen con todo lo que se sabía hasta ahora.

El termómetro de la selva

El ocelote no es un felino más. Como depredador, cumple un rol ecológico fundamental al controlar poblaciones de roedores. Pero su característica más importante para los científicos es su extrema sensibilidad a los impactos humanos. En zonas donde el bosque se fragmenta o degrada, el ocelote es de los primeros en desaparecer. Por eso, su presencia es un indicador infalible de la buena salud de un ecosistema.

El equipo de investigación realizó siete relevamientos sistemáticos con cámaras trampa entre 2004 y 2018. FOTO: Gentileza investigadores.

«Para que un sistema esté saludable es necesario tener presencia de los ocelotes», enfatiza Paula Cruz, investigadora del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS) y líder del estudio. «Estudiar a esa especie que es tan sensible a los cambios nos permite adelantarnos y evitar que en esos ambientes se pierdan otras especies», agrega.

Catorce años espiando al ocelote

El monumental trabajo de campo se llevó a cabo en una vasta área de más de mil kilómetros cuadrados, que incluye el Parque Nacional Iguazú. Entre 2004 y 2018, el equipo instaló sistemáticamente cámaras trampa, una tecnología que en los inicios del proyecto era casi una rareza en el mundo científico.

Gracias a las casi 14.000 noches de muestreo, los investigadores lograron algo inédito: identificar a 213 individuos diferentes. ¿Cómo? Utilizando los patrones de manchas de su pelaje, que son únicos para cada ocelote, como si fueran sus «huellas digitales». Este seguimiento individualizado a lo largo de más de una década convirtió a este proyecto en el estudio con la mayor cantidad de datos de ocelotes a nivel mundial.

La buena noticia: una población estable

El resultado principal del estudio, publicado en el Journal of Mammalogy, es una bocanada de aire fresco para la conservación. El análisis reveló que la población de ocelotes en esta zona bien conservada se ha mantenido estable durante los catorce años del estudio. La tasa de crecimiento poblacional se estimó en 1.0, lo que significa que no aumentó, pero tampoco disminuyó.

El ocelote (Leopardus pardalis) es uno de los felinos más sensibles a los impactos humanos. FOTO: Gentileza investigadores.

Esto demuestra que las grandes áreas protegidas de Misiones están funcionando como «áreas fuente» seguras y estables para la especie, algo crucial considerando que el ocelote está catalogado como «Vulnerable» en Argentina.

Rompiendo los récords de longevidad

Más allá de la estabilidad poblacional, el seguimiento a largo plazo permitió descubrir hechos asombrosos sobre la vida de estos felinos. Hasta ahora, se estimaba que un ocelote salvaje vivía unos 10 u 11 años. Este estudio pulverizó ese dato.

Los investigadores registraron a la que es, hasta la fecha, la ocelote silvestre más longeva jamás documentada: una hembra con al menos 19 años de edad. No solo eso, sino que fotografiaron a otra hembra de 16 años acompañada de una cría pequeña, extendiendo drásticamente la edad reproductiva máxima que se conocía para la especie en la naturaleza.

Este estudio establece una línea de base fundamental. Ahora, la ciencia cuenta con un retrato fiel de cómo es una población saludable de ocelotes, un punto de referencia indispensable para medir el impacto futuro de la deforestación y otras amenazas sobre el tesoro natural que es la Selva Misionera.

Referencia:

CRUZ, P., DI BITETTI, M.S., COSTA, S., PIZZIO, E., DE ANGELO, C.D., PAVIOLO, A. . Stable population dynamics of the Ocelot (Leopardus pardalis) in well-preserved Atlantic Forest areas. Journal of Mammalogy. https://doi.org/10.1093/jmammal/gyaf049

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