Durante toda la historia de la humanidad, la principal batalla contra la malnutrición fue la lucha contra el hambre. Esa era ha terminado. Un nuevo y alarmante informe de UNICEF revela que, por primera vez, el mundo ha cruzado un triste umbral: hoy hay más niños y adolescentes con obesidad que con bajo peso, una epidemia global alimentada por la comida chatarra.
El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) ha lanzado una advertencia global que marca un punto de inflexión en la historia de la salud infantil. Por primera vez, la obesidad ha superado al bajo peso como la forma más común de malnutrición en niños y adolescentes de cinco a 19 años. Hoy, 188 millones de menores —casi uno de cada diez en el mundo— viven con obesidad, una cifra que se ha triplicado en los últimos 25 años.
«La obesidad ya no es un problema aislado de países ricos; está presente en casi todas las regiones del mundo», sentenció Catherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF. Este cambio radical se ve reflejado en cifras alarmantes en lugares inesperados. En naciones insulares del Pacífico como Niue o las Islas Cook, las tasas de obesidad infantil superan el 35%, impulsadas por el abandono de dietas tradicionales en favor de alimentos ultraprocesados, importados y baratos. Pero el problema también golpea a nuestra región: Chile, por ejemplo, presenta un 27% de obesidad en el mismo grupo de edad.
El veneno del entorno alimentario
Según UNICEF, esta crisis no es el resultado de malas decisiones individuales, sino de los «entornos alimentarios» en los que crecen los niños. Los alimentos ultraprocesados, cargados de azúcar, sal y grasas, dominan la oferta en kioscos, escuelas e incluso en los espacios digitales, desplazando a las opciones nutritivas.
La publicidad juega un rol determinante. Una encuesta global de la ONU reveló que el 75% de los jóvenes había visto anuncios de bebidas azucaradas y comida rápida en la última semana, y el 60% admitió que esa publicidad aumentó su apetito por esos productos. Esta maquinaria de marketing es tan potente que llega incluso a zonas de conflicto, donde el 68% de los niños reportó haber estado expuesto a estos anuncios.
Una hipoteca sobre la salud y la economía
Las consecuencias de esta «emergencia silenciosa», como la llama Russell, son devastadoras a largo plazo. Los niños con obesidad tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar en la edad adulta diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
El impacto económico es igualmente alarmante. UNICEF proyecta que, de no tomarse medidas urgentes, la carga económica global del sobrepeso y la obesidad podría superar los cuatro billones de dólares anuales para el año 2035.
Una emergencia que exige respuestas
Frente a este panorama, algunos países ya están actuando. México, por ejemplo, prohibió recientemente la venta de comida chatarra en todas las escuelas públicas del país, una medida que beneficia a más de 34 millones de estudiantes.
UNICEF insta a que más gobiernos sigan este camino con una serie de medidas urgentes, entre las que destacan:
- Políticas obligatorias sobre etiquetado frontal, restricción de la publicidad y fiscalidad de alimentos no saludables.
- Prohibir la venta y promoción de estos productos en entornos escolares.
- Proteger las políticas públicas de la interferencia de la industria alimentaria.
«Necesitamos transformar los entornos alimentarios de forma urgente para que todos los niños, sin importar dónde vivan, tengan acceso a alimentos nutritivos y asequibles», concluyó Russell. La salud de la próxima generación está, literalmente, en juego.
