En el interior de nuestras células, pequeñas diferencias genéticas nos hacen únicos. Pero una proteína actúa como un «director de orquesta», silenciando esas variaciones para que todo funcione en armonía. Ahora, científicos argentinos descubrieron qué pasa cuando se apaga a ese director. Y las consecuencias son revolucionarias.
Existe una proteína, llamada PRMT5, que es una verdadera trotamundos de la biología: está en todos los organismos vivos, desde una simple levadura hasta en cada una de nuestras células. Se sabía que era esencial para muchos procesos, pero un nuevo estudio de investigadores del CONICET, el Instituto Leloir y la UBA acaba de revelar una de sus funciones más sorprendentes y cruciales: actúa como un «amortiguador» de las diferencias genéticas.
En criollo: la PRMT5 se encarga de que las pequeñas variaciones que existen en el ADN de individuos de una misma especie no se «descontrolen» y se mantengan ocultas, garantizando que todos compartamos ciertas características básicas.
«Encontramos en plantas un mecanismo que atenúa el impacto de las diferencias genéticas; si la proteína PRMT5 no está presente, esas disparidades se maximizan», explica Marcelo Yanovsky, investigador del CONICET y codirector del trabajo publicado en New Phytologist. Este hallazgo, que parece muy técnico, tiene implicancias directas en dos campos que nos tocan de cerca: la lucha contra el cáncer y el futuro de la agricultura.
El director de orquesta del genoma
Para entender la importancia de PRMT5, hay que viajar al corazón de la célula. Dentro de cada gen hay instrucciones (exones) e «interrupciones» (intrones). Una maquinaria molecular llamada espliceosoma actúa como un editor preciso que corta y pega, eliminando los intrones y uniendo los exones para crear la versión final de una proteína. Este proceso, llamado splicing, es tan fundamental que su descubrimiento valió un Premio Nobel en 1993.
Lo que este nuevo estudio demuestra es que PRMT5 actúa como el «gerente de control de calidad» de todo este sistema. Se asegura de que el espliceosoma haga bien su trabajo, incluso cuando las instrucciones no son perfectas. «PRMT5 actúa como ‘amortiguador’ y permite que la vida tolere un cierto grado de ruido genético sin consecuencias negativas inmediatas», resalta Ariel Chernomoretz, coautor del trabajo.
Apagando el interruptor
Para probar su hipótesis, los científicos hicieron un experimento ingenioso. Usaron dos cepas de la planta Arabidopsis thaliana (la «rata de laboratorio» del mundo vegetal), que aunque son de la misma especie, tienen pequeñas diferencias genéticas. En condiciones normales, las dos plantas son casi idénticas a simple vista.
Luego, usando la revolucionaria técnica de edición genética CRISPR-Cas9, crearon plantas de ambas cepas sin la proteína PRMT5. Y ahí, la magia (o la ciencia) ocurrió.
«Los resultados fueron sorprendentes», enfatiza Yanovsky. «En ausencia de PRMT5, las diferencias genéticas latentes se desataron». De repente, las plantas que antes eran iguales mostraron rasgos muy distintos: a una le salieron hojas aserradas y los tiempos de floración entre ambas se exageraron notablemente. Apagar a PRMT5 fue como quitarle el filtro a una foto: reveló todo lo que estaba oculto.


Del laboratorio al campo (y al hospital)
Acá es donde el hallazgo se vuelve trascendental.
- En oncología: Muchas terapias contra el cáncer buscan, precisamente, inhibir a PRMT5, que suele estar elevada en muchos tumores. «El tema es que esas terapias no van a tener el mismo efecto en una persona que en otra», advierte Yanovsky. Conocer esta nueva función podría ayudar a predecir qué pacientes se beneficiarán más de estos tratamientos, personalizando la medicina.
- En agricultura: «Apagar» a PRMT5 en las plantas podría ser una herramienta increíble para los agrónomos. Permitiría «desenmascarar» características ocultas que hoy no vemos, como una mayor resistencia al frío, a la sequía o a otras condiciones ambientales adversas, acelerando el desarrollo de «súper cultivos».
El desafío ahora es comprobar si este mismo mecanismo funciona en humanos. De ser así, las implicancias de haber descubierto al «director de orquesta» de nuestros genes podrían ser enormes, abriendo puertas que hasta ayer ni siquiera sabíamos que existían.
Referencia:
Beckel, M. S., San Martín, A., Sánchez, S. E., Seymour, D. K., de Leone, M. J., Careno, D. A., … & Chernomoretz, A. (2025). Arabidopsis PRMT5 buffers pre‐mRNA splicing and development against genetic variation in donor splice sites. New Phytologist.
