La expedición que enamoró a un país de su propio fondo del mar

Durante 21 días, una misión científica se sumergió en las profundidades del mar argentino buscando vida desconocida. La encontró. Pero el descubrimiento más inesperado no fueron solo los corales y calamares brillantes, sino los casi 18 millones de espectadores —en su mayoría argentinos— que se conectaron en vivo y convirtieron a la ciencia en un fenómeno de masas.

Finalizó la expedición «Oasis Submarinos del Cañón Mar del Plata» y la sensación que queda es la de haber sido testigos de un hito. No fue solo una campaña científica exitosa; fue un evento que, durante tres semanas, logró algo impensado: que un país entero se asomara con fascinación a un abismo de 3.900 metros de profundidad para descubrir las maravillas de su propio territorio submarino. La ciencia, transmitida en vivo y en directo, se convirtió en un espectáculo que unió a grandes y chicos.

De arrastrar redes a ciegas a pilotear en 4K

Para entender la magnitud de este logro, hay que mirar hacia atrás. El equipo liderado por el investigador del CONICET Daniel Lauretta lleva más de una década estudiando la zona. En sus campañas anteriores a bordo del Buque Oceanográfico Puerto Deseado, ya habían revelado una diversidad asombrosa. Pero su método era, en comparación, casi arcaico: recogían muestras con redes y rastras, a ciegas, sin poder ver jamás el ecosistema en su estado natural.

Esta vez, gracias a la colaboración con el Schmidt Ocean Institute y su buque R/V Falkor (too), el salto fue cuántico. Por primera vez en aguas argentinas, se utilizó el ROV (Vehículo Operado Remotamente) SuBastian. «En Argentina, el estudio del mar profundo resultó siempre un desafío, tanto por lo costoso de la tecnología como por la distancia», explicó Mariano Martinez, investigador del CONICET que integró la misión. El SuBastian no es solo una cámara: es un robot de altísima precisión que funciona como los ojos y las manos de los científicos en el fondo del mar, permitiéndoles ver y recolectar muestras con un detalle y un cuidado imposibles hasta ahora.

El zoológico oculto del Cañón Mar del Plata

Y lo que vieron superó todas las expectativas. A 1014 metros de profundidad documentaron arrecifes de coral pétreo (Bathelia candida), verdaderos edificios biológicos que forman hábitats complejos. A 1500 metros, un extenso campo de corales blandos de un rojo intenso (Anthomastus sp.) teñía el paisaje abisal.

En total, el equipo sospecha que ha descubierto más de cuarenta nuevas especies, incluyendo anémonas, pepinos y erizos de mar, caracoles y crinoideos. La confirmación, aclaran, llevará meses o incluso años de minucioso trabajo en los laboratorios del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN-CONICET), donde ya reposan las muestras y las 200 horas de filmación en ultra alta definición.

18 millones de personas a bordo

Pero el verdadero fenómeno ocurrió en la superficie. Las transmisiones en vivo por YouTube y Twitch batieron todos los récords del Schmidt Ocean Institute, que realiza campañas por todo el mundo. Mientras que sus inmersiones suelen tener una media de cuatro mil visualizaciones, esta expedición tuvo un promedio de quinientas mil por inmersión, alcanzando un total de casi 18 millones de visualizaciones. El dato más revelador: aproximadamente tres cuartas partes de esa audiencia eran argentinos.

«Recibimos cientos de mensajes de familias, profesores y niños que se sintieron inspirados, sorprendidos e incluso emocionados», contó Martín Brogger, investigador del CONICET en el IBIOMAR. «Algunos jóvenes estudiantes nos dijeron que ahora sueñan con convertirse en biólogos marinos, un impacto que va más allá de la ciencia». Esa conexión fue palpable. «Compartir eso con la gente y que se apasionen como nosotros nos dio una felicidad muy grande», agregó Martinez, describiendo el motor de la campaña como un momento de «amor puro».

Mapeando la mitad sumergida del país

Tras el recibimiento y la conferencia de prensa en el MACN, el jefe de la expedición, Daniel Lauretta, puso en perspectiva la importancia estratégica de esta misión. «Cerca de la mitad del país está sumergido bajo las aguas del Océano Atlántico y esos fondos están llenos de recursos que aún desconocemos», afirmó.

Esta exploración no es solo un acto de curiosidad científica. Es un paso fundamental para conocer y mapear un territorio inmenso, para poder tomar decisiones informadas sobre las actividades humanas que puedan realizarse allí a futuro. «Cuanto más sepamos sobre ellos, vamos a poder tener un conocimiento global de la fauna en aguas profundas», concluyó Lauretta, adelantando que el plan es seguir estudiando los cañones submarinos del país.

La expedición terminó, pero su legado recién comienza. Dejó un tesoro de datos que la ciencia argentina analizará por años, pero también demostró que la investigación de punta, cuando se comparte con pasión y transparencia, tiene el poder de cautivar y educar a toda una nación.

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