Un equipo internacional instala cinco estaciones meteorológicas en la montaña más alta de América. Datos en tiempo real para entender el cambio climático y proteger a quienes la desafían
La montaña que habla: tecnología en las alturas
El Aconcagua, coloso de los Andes, ya no es solo un símbolo de desafío para los montañistas. Ahora, gracias al Proyecto Wayra, tiene ojos que vigilan su clima. Cinco estaciones meteorológicas automáticas, instaladas entre los 4.300 y 6.960 metros de altura, registran cada fluctuación de temperatura, viento y precipitaciones.
«La instalación de las estaciones meteorológicas en la montaña más alta de América representó un desafío científico, institucional, logístico y de esfuerzo humano de gran magnitud», asegura Fidel Roig, director del IANIGLA (CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.). Y agrega «significa la vocación de los científicos del CONICET y la voluntad de los organismos que se involucraron en este desafío, por conocer mejor la climatología de montaña y los recursos hídricos que allí se generan, los cuales son el sustento económico y social de una importante extensión del territorio nacional».
¿Por qué es urgente monitorear el clima en la cima?
Los Andes mendocinos son una torre de agua que alimenta ríos clave como el Mendoza, vitales para la agricultura y el turismo. Sin embargo, fenómenos como olas de calor o tormentas convectivas (como los lagos glaciares que aparecieron en Plaza Argentina en 2024) son impredecibles sin datos precisos.
«El clima, que controla la velocidad del derretimiento de los glaciares y los peligros para los montañistas, cambia muy abruptamente con la altitud», explica Tom Matthews, del King’s College de Londres. «El Aconcagua proporciona una torre de observación natural para medir estos cambios a lo largo de casi 3 mil metros verticales, desde el campamento base hasta la cumbre. Por lo tanto, ahora estamos monitoreando el clima en todo el rango vertical de los glaciares de la región y hasta los límites que alcanzarán los montañistas, allanando el camino a una mejor comprensión de las tasas de derretimiento de los glaciares y a mejores pronósticos para mantener a los montañistas a salvo».

Foto: Pablo Betancourt.
Las estaciones: tecnología que desafía extremos
Las cinco estaciones están ubicadas en puntos estratégicos:
- Plaza de Mulas (4.300 m): Base de expediciones, donde se miden condiciones para planificar ascensos.
- Plaza Argentina (4.200 m): Alerta sobre riesgos como lagos glaciares inestables.
- Glaciar Horcones Superior (4.350 m): Vigila la salud de los glaciares con una estación de balance de energía.
- Nido de Cóndores (5.580 m): Registra vientos y temperaturas extremas.
- Cumbre (6.960 m): La estación más alta de Sudamérica, un récord técnico y científico.
«Las estaciones forman parte de un esfuerzo de largo plazo del IANIGLA para instrumentar la alta montaña en los Andes de Argentina», comenta Pierre Pitte, investigador del CONICET. «Estas brindan información para conocer la meteorología actual y gestionar los riesgos de las actividades en las regiones de montaña».
Ciencia con altura: mujeres y hombres en acción
La expedición no solo fue un desafío técnico, sino también humano. Mariana Correas Gonzalez, becaria postdoctoral del CONICET, fue parte del equipo:
«Me llena de orgullo este proyecto, la instalación de las estaciones constituye un valioso aporte al monitoreo atmosférico en el Aconcagua», reflexiona. «No solo contribuirá al conocimiento específico sobre la meteorología de la alta montaña, sino también a la gestión del Parque Provincial Aconcagua y ampliar la red de estaciones que el IANIGLA viene construyendo desde hace más de 10 años. Además, tuve el honor y la responsabilidad de representar, junto a otras dos colegas, a las mujeres científicas del IANIGLA en una expedición que no solo fue desafiante en términos físicos y mentales, sino también significativa para visibilizar y fortalecer el rol de la mujer en la ciencia y la investigación de alto impacto».
Baker Perry, de la Universidad de Nevada, coincide «las estaciones meteorológicas que hemos instalado en el Aconcagua proporcionarán datos críticos para entender el ciclo hidrológico en esa torre de agua tan importante que sostiene al Río Mendoza. Los datos de las estaciones también mejorarán los pronósticos del tiempo y la seguridad de las expediciones en el cerro».
Un proyecto que une fronteras
El Proyecto Wayra es fruto de una colaboración global. Además del CONICET, participaron:
- Universidad de Nevada en Reno (EE. UU.) y King’s College de Londres.
- Empresas tecnológicas como Campbell Scientific y Lightning Master.
- Guías y porteadores locales, como Martín Guajardo de Inka Expediciones.
«Este proyecto refleja la voluntad de organismos y empresas por entender la climatología de montaña», concluye Roig. «Los datos serán un pilar para políticas públicas y para proteger el futuro de los recursos hídricos».

¿Qué datos se recolectan y para qué sirven?
Cada hora, las estaciones envían información clave:
- Temperatura, humedad y viento: Para prevenir riesgos en ascensos y rescates.
- Precipitaciones y radiación solar: Datos esenciales para modelar el deshielo de glaciares.
- Balance de energía: Un check-up continuo de cómo los glaciares ganan o pierden masa.
Con esta información, se podrán:
- Optimizar cultivos en Mendoza, que dependen del agua de los Andes.
- Salvar vidas con pronósticos meteorológicos más exactos.
- Proteger el turismo y la investigación en la montaña.



