Un análisis demográfico revela cambios inesperados en la región, con implicaciones para el futuro. ¿Qué significa esto para vos y para la sociedad?
Cuando pensamos en cómo ha cambiado América Latina y el Caribe en las últimas décadas, es inevitable hablar de su gente. La población de esta región ya supera los 663 millones de habitantes, una cifra impresionante. Sin embargo, algo curioso está pasando: crecimos casi un 4% menos de lo que se había proyectado hace más de 20 años. Según el Observatorio Demográfico 2024, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), este fenómeno no solo refleja cambios en la cantidad de personas, sino también en cómo vivimos, envejecemos y nos organizamos como sociedad.
¿Qué está pasando exactamente? ¿Y por qué importa tanto entenderlo? Vamos a desentrañarlo juntos.
El crecimiento más lento de lo esperado
En el año 2000, cuando los expertos hicieron sus cálculos, preveían que para 2024 habría 689 millones de personas en la región. Pero la realidad fue otra: apenas llegamos a 663 millones. Es decir, estamos hablando de unos 26 millones de personas menos de lo que se anticipaba.
¿A qué se debe esta diferencia? En gran parte, a que las tasas de fecundidad (es decir, el número promedio de hijos por mujer) y mortalidad fueron más bajas de lo esperado entre 2000 y 2023. Además, factores imprevistos como los movimientos migratorios masivos de los últimos años y los efectos de la pandemia de COVID-19 también jugaron un papel clave. Estos eventos aceleraron cambios demográficos que nadie había previsto del todo.
Menos jóvenes, más adultos mayores
Uno de los cambios más notorios es el envejecimiento de la población. Para entenderlo mejor, pensemos en números simples. En 1950, la mitad de los habitantes de la región tenía 18 años o menos. Hoy, esa edad mediana subió a 31 años, y para 2050 se espera que alcance los 40 años. Esto significa que cada vez hay menos niños y adolescentes, y más personas adultas o mayores.
Por ejemplo, en 1950, casi el 41% de la población tenía menos de 15 años. Ahora, esa proporción bajó al 22,5%. Al mismo tiempo, la población adulta (de entre 15 y 64 años) pasó de representar el 55,6% del total en 1950 al 67,6% en 2024. Y si miramos hacia el futuro, para 2050, casi 1 de cada 5 personas en la región será mayor de 65 años. Esto implica que el número de adultos mayores pasará de 65,4 millones en 2024 a 138 millones en 2050.
Este cambio no es trivial. El envejecimiento poblacional plantea desafíos enormes, pero también oportunidades. Por ejemplo, ¿cómo garantizamos que estas personas tengan acceso a servicios de salud y cuidados adecuados? ¿Cómo aseguramos que las familias no carguen solas con esta responsabilidad?
La voz de los expertos: «Es crucial actuar ahora»
«Desde la CEPAL llamamos a promover el envejecimiento saludable de la población y ofrecer a todos, especialmente a los grupos de menor ingreso, acceso a sistemas de salud y protección social que reduzcan el impacto de la mayor demanda de cuidados sobre las familias», señaló José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL.
Estas palabras no son solo un llamado a la acción, sino una advertencia clara: si no planificamos bien, el envejecimiento podría profundizar las desigualdades que ya existen en la región. Y aquí entra en juego un dato importante: las mujeres. Ellas son quienes tradicionalmente asumen la mayor carga de los cuidados familiares, tanto de niños como de adultos mayores. Según Salazar-Xirinachs, «es crucial considerar especialmente la situación de las mujeres» para evitar que esta responsabilidad recaiga exclusivamente sobre ellas.
Más urbanos, menos rurales
Otro cambio significativo es la urbanización de la población. Si volvemos a 1980, veremos que la mayoría de las personas vivían en áreas rurales. Pero hoy, la tendencia es completamente opuesta. En 2024, cerca de 332 millones de personas forman parte de la fuerza laboral en América Latina, y 274 millones de ellas viven en zonas urbanas. Para 2050, se estima que esta cifra aumentará a 337 millones de trabajadores urbanos, mientras que el crecimiento en las áreas rurales prácticamente se estancará.
Este fenómeno tiene implicaciones económicas y sociales importantes. Las ciudades están absorbiendo cada vez más población, lo que genera oportunidades laborales pero también desafíos en términos de infraestructura, vivienda y servicios básicos.
¿Qué nos espera en el futuro?
Según las proyecciones, la población de América Latina y el Caribe alcanzará su punto máximo en 2053, con aproximadamente 730 millones de personas. Después de eso, comenzará a disminuir gradualmente. Este escenario plantea preguntas fundamentales: ¿cómo aprovechamos este tiempo para construir sociedades más inclusivas y sostenibles? ¿Cómo garantizamos que las generaciones futuras tengan acceso a educación, empleo y bienestar?
El Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), que forma parte de la CEPAL, destaca que estos cambios no son solo números en un informe. Son transformaciones estructurales que afectan a todos los aspectos de la vida: desde la economía hasta la política, pasando por la cultura y las relaciones familiares.
Un llamado a la acción
El mensaje es claro: América Latina y el Caribe están en una encrucijada demográfica. Por un lado, tenemos una población que envejece rápidamente, con necesidades específicas en términos de salud y cuidados. Por otro, una fuerza laboral cada vez más concentrada en las ciudades, lo que exige políticas públicas innovadoras para garantizar su bienestar.
Como dice el informe, «la evolución demográfica es una transformación estructural fundamental». Y vos, ¿qué pensás? ¿Cómo creés que deberíamos prepararnos para estos cambios? Lo cierto es que el futuro ya está aquí, y depende de todos nosotros aprovecharlo al máximo.
Fuentes:
- Observatorio Demográfico 2024: Perspectivas poblacionales y cambios demográficos acelerados en el primer cuarto del siglo XXI en América Latina y el Caribe, CEPAL.
- Declaraciones de José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL.
Autor: Daniel Ventuñuk
