¿Alguna vez te preguntaste qué «nota» se saca tu cuadra en calidad de vida? La ciencia nacional acaba de actualizar la herramienta más potente para responder a esa duda. Con una precisión inédita y nuevas variables que van desde el ruido urbano hasta el entorno ambiental, este desarrollo tecnológico permite mirar a la Argentina con lentes de alta definición y entender por qué vivir bien es mucho más que tener un techo.
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A veces pensamos que la calidad de vida es una sensación térmica, algo que se siente pero que es difícil de medir. Sin embargo, para los científicos del CONICET y la Universidad Nacional del Centro (UNICEN), el bienestar es un dato duro, georreferenciado y, sobre todo, dinámico.
El famoso Índice de Calidad de Vida (ICV), una herramienta que desde hace más de dos décadas viene estudiando la geografía de nuestra felicidad (o la falta de ella), acaba de recibir su actualización más importante. Desarrollado por el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS) en colaboración con el Instituto Superior de Ingeniería de Software Tandil (ISISTAN), este mapa interactivo ya no trabaja con fotos viejas: ahora se nutre de los datos del Censo 2022.
¿Qué significa esto en la práctica? Que tenemos una radiografía renovada del país con un nivel de detalle impresionante. El mapa ahora divide a la Argentina en más de 70 mil radios censales. Para que te des una idea de la magnitud del trabajo, esto representa un 38% más de unidades de información que la versión anterior de 2010. Es como pasar de ver un video pixelado a uno en 4K.
No es solo lo que tenés, es dónde vivís
Lo más interesante de esta actualización no es solo que hay «más datos», sino que cambió la forma de mirar los problemas. Guillermo Velázquez, investigador del CONICET y uno de los cerebros detrás de este desarrollo, explicó un cambio de paradigma fundamental.
En 2010, las preocupaciones ambientales que se medían eran las más urgentes y visibles: inundaciones, villas miseria o basurales a cielo abierto. Pero la sociedad cambió, y los problemas también.
«Para el año 2022 incorporamos información sobre una serie de problemas ambientales más complejos, entre ellos el uso de plaguicidas en la agricultura; la participación de la industria y la minería en el producto bruto; distintos tipos de contaminación; el ruido y el congestionamiento; las localizaciones peligrosas; y la tasa de hechos delictivos y homicidios por cada diez mil habitantes», detalló Velázquez.
Esto quiere decir que el índice ahora es mucho más sensible a la realidad moderna. Ya no alcanza con tener cloacas o pavimento; el ruido del tráfico, la seguridad o qué tan cerca estás de una zona de fumigación también definen tu calidad de vida.
Tecnología de bolsillo para tomar decisiones
El mapa no es solo para curiosos que quieren ver su barrio. Es una herramienta de gestión crítica que ya usan municipios, empresas y fundaciones para decidir dónde poner un hospital, dónde hay riesgo de inundación o hacia dónde deben ir las políticas públicas.
Alejandro Zunino, líder del desarrollo informático en el ISISTAN, destacó que la renovación también fue tecnológica. La nueva versión vuela en los celulares.
«La nueva versión de la aplicación ofrece una optimización sustancial de la tecnología de mapas web al acceder desde dispositivos móviles, lo que permite visualizaciones más ágiles», señaló el investigador.
Además, permite algo que a los fanáticos de las estadísticas les va a encantar: comparar el pasado con el presente. La aplicación deja alternar entre los mapas de 2010 y 2022, permitiendo ver qué zonas progresaron y cuáles retrocedieron.
El bienestar es un blanco móvil
Para cerrar, vale la pena reflexionar sobre qué entendemos por «vivir bien». El índice cruza datos socioeconómicos (educación, salud, vivienda) con los ambientales (recursos recreativos como playas o parques, y problemas como la contaminación).
Pero Velázquez nos deja una idea que es pura filosofía científica: los estándares cambian. «Las condiciones que en los años cincuenta hubieran sido consideradas óptimas hoy nos darían un Índice de Calidad de Vida mucho más bajo», asegura.
Lo que antes era un lujo, hoy es básico. Y lo que antes no nos molestaba, hoy es inaceptable. El desafío de este mapa es seguirle el ritmo a una sociedad argentina que, a pesar de todo, sigue elevando la vara de sus expectativas.
