Científicos argentinos descubren que las células de la insulina pueden «entrenarse» para sobrevivir

La inflamación es uno de los peores enemigos de las células que producen insulina, y suele ser la causa de su destrucción en la diabetes. Pero, ¿y si ese mismo enemigo, en dosis muy bajas, fuera en realidad el mejor entrenador? Un equipo de científicos del CONICET acaba de descubrir una paradoja que podría cambiar el tratamiento de la enfermedad.

La diabetes es una de las epidemias sanitarias de nuestro tiempo, con más de 500 millones de personas afectadas en todo el mundo. Y para un 30% de ellas, los fármacos actuales no son suficientes. El gran desafío de la ciencia es entender por qué mueren o dejan de funcionar las células que producen insulina en el páncreas, las llamadas «células beta».

Durante años, la investigación se ha centrado en los culpables de ese daño. Uno de los «villanos» más conocidos es una molécula inflamatoria llamada interleuquina-1 beta (IL-1β). En concentraciones elevadas, esta citoquina es tóxica: ataca a las células beta, provoca su disfunción y las mata, conduciendo directamente a la diabetes.

Pero un nuevo estudio de investigadores del CONICET y la Universidad Austral, publicado en la prestigiosa revista Cell Death & Disease, acaba de revelar un giro sorprendente en esta historia.

El veneno que se convierte en antídoto

El equipo, liderado por el científico Marcelo J. Perone, decidió probar algo diferente. ¿Qué pasaría si, en lugar de una dosis masiva de inflamación, las células beta fueran expuestas a una dosis mínima?

La estrategia consistió en aplicar IL-1β en concentraciones muy bajas, similares a las que circulan normalmente por nuestra sangre. Los resultados, surgidos de los experimentos de la becaria Carolina Sétula, fueron reveladores. Lejos de dañarlas, este estrés moderado activó en las células beta mecanismos de adaptación desconocidos. Las «entrenó» y las volvió más resistentes frente a futuras agresiones mucho más fuertes.

El hallazgo demuestra un fenómeno biológico conocido como hormesis, que el propio Perone resume con una frase célebre: «Dosis muy bajas de una molécula inflamatoria ayudan a las células que producen insulina a fortalecerse frente a futuros daños. Podría entenderse con la célebre frase atribuida a Friedrich Nietzsche: ‘lo que no te mata, te fortalece’».

Un nuevo camino para los tratamientos

Este descubrimiento, fruto de veinte años de investigación, abre una puerta completamente nueva para el tratamiento de la diabetes. Hasta ahora, muchas terapias buscan bloquear la inflamación para proteger al páncreas. El trabajo del equipo de Perone sugiere que una estrategia mucho más efectiva podría ser, en cambio, imitar este mecanismo de «entrenamiento» con fármacos que fortalezcan la resiliencia de las células beta antes de que la enfermedad avance.

«Comprender en detalle las moléculas que intervienen en procesos que incrementen la resiliencia de las células beta ayudará a prevenir o tratar enfermedades metabólicas como la diabetes», señala Perone. Este hallazgo no es solo un avance en la comprensión de la enfermedad, sino una nueva y promisoria hoja de ruta para diseñar las terapias del futuro.

Referencia

Sétula, C., Pensado-Evans, I., Scelza-Figueredo, A., Orellano, M. S., Rodríguez-Valero, I., Spinedi, E., … & Perone, M. J. (2025). IL-1β priming triggers an adaptive stress response that enhances pancreatic β-cell resilience to subsequent cytotoxic inflammatory insult. Cell Death & Disease, 16(1), 744.

DOI: doi.org/10.1038/s41419-025-08059-0

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