El espejo roto: la epidemia de obesidad infantil que los padres no ven

Las cifras de la OMS son alarmantes: uno de cada cuatro chicos en Europa tiene sobrepeso u obesidad. Pero el dato más preocupante del informe no es ese. Es que dos de cada tres padres de esos chicos están convencidos de que sus hijos tienen un peso normal.

La obesidad infantil sigue siendo una de las crisis de salud pública más graves y silenciosas de nuestro tiempo. El último y más completo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la región europea revela un panorama estancado en niveles alarmantes: uno de cada cuatro niños de 7 a 9 años vive con sobrepeso u obesidad.

El estudio, basado en el análisis de casi 470.000 niños en 37 países, muestra una «tendencia hacia la estabilidad», pero con prevalencias «alarmantemente altas». Esta estabilidad, lejos de ser una buena noticia, significa que la epidemia no cede y sigue alimentando el riesgo de diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares para las futuras generaciones.

La «brecha de percepción»: el principal obstáculo

El hallazgo más preocupante del informe no es la cifra de sobrepeso en sí, sino la profunda desconexión entre la realidad y la percepción de los padres. En todos los países estudiados, más de la mitad de los progenitores de niños con sobrepeso subestimaron la condición de sus hijos.

La cifra global es contundente: dos de cada tres padres (66%) de un menor con sobrepeso consideraron que su hijo tenía un peso «normal» o incluso «bajo». Esta «brecha perceptual», como la llama el estudio, es vista como un obstáculo crucial para cualquier tipo de prevención o tratamiento temprano.

Un entorno que fomenta la mala nutrición

El informe de la Iniciativa de Vigilancia de la Obesidad Infantil (COSI) también pone el foco en las causas de esta epidemia, revelando profundas desigualdades y nuevos hábitos de consumo.

El dato sobre la nutrición es desolador: solo el 5% de los niños consume las cinco raciones diarias de fruta y verdura recomendadas por la OMS. El estudio confirma que los hábitos saludables son más comunes en familias con mayor nivel educativo, mientras que el consumo frecuente de snacks azucarados o salados aumenta en hogares con menor formación parental.

Por primera vez, el estudio midió el impacto de la comida a domicilio. Los resultados muestran una creciente dependencia de las comidas preparadas: en los 18 países donde se midió, hasta un 39% de las familias admiten pedir comida por internet al menos una vez al mes.

Además, el informe resalta la «doble carga de malnutrición»: en muchos países coexisten la desnutrición por falta de nutrientes y el exceso de peso por el consumo de ultraprocesados, un reflejo de las persistentes desigualdades sociales y económicas.

Activos, pero pegados a las pantallas

El informe también analiza la actividad física y el sedentarismo, arrojando resultados contradictorios. La buena noticia es que la mayoría de los chicos (53%) va al colegio de forma activa (caminando, en bicicleta o patinando) y casi todos cumplen con la recomendación de la OMS de jugar activamente al menos una hora al día.

Sin embargo, los patrones sedentarios que se consolidaron en la pandemia persisten con fuerza. El 42% de los niños pasa dos o más horas diarias frente a las pantallas entre semana, una cifra que se dispara al 78% durante los fines de semana.

Un llamado a la acción política

«Los datos sugieren que, aunque la prevalencia puede estar estabilizándose en algunos países, el sobrepeso y la obesidad infantil siguen siendo alarmantemente altos», declaró el doctor Kremlin Wickramasinghe, asesor regional de la OMS.

Frente a esta crisis de salud pública, la agencia de la salud reitera su llamado a los gobiernos para que implementen un paquete integral de políticas públicas, que incluya impuestos a las bebidas azucaradas, restricciones severas a la publicidad de comida chatarra dirigida a niños y un etiquetado nutricional claro que ayude a cerrar, de una vez por todas, esa peligrosa brecha entre la percepción y la realidad.

Por Daniel Ventuñuk

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