En la inmensidad de la Puna, la historia de la minería y la metalurgia es mucho más antigua que la Argentina misma. Durante siglos, gran parte de ese legado permaneció olvidado. Ahora, en dos proyectos paralelos y ejemplares, las comunidades aborígenes de Santo Domingo (Jujuy) y Cobres (Salta) se han asociado con científicos del CONICET para desenterrar su pasado, dando vida a dos nuevos museos que rescatan una identidad forjada en el metal.
Dos nuevos museos comunitarios, uno en Jujuy y otro en Salta, acaban de nacer para contar una historia de más de mil años: la de las sofisticadas prácticas mineras y metalúrgicas que prosperaron en la Puna mucho antes de la llegada de los españoles. Lejos de ser proyectos tradicionales, ambos son el fruto de una poderosa alianza entre las comunidades locales, que buscaron recuperar su memoria, y equipos de científicos del CONICET, que aportaron las herramientas para desenterrar y dar sentido a ese pasado olvidado.
Santo Domingo (Jujuy): Siguiendo la ruta de la plata y el oro
El recientemente inaugurado Centro de Interpretación Arqueológica Santo Domingo (CIASD) en Jujuy es el resultado de un trabajo articulado entre la comunidad aborigen local, la Secretaría de Cultura provincial, la empresa minera SSR Mining y un equipo de arqueólogos del CONICET liderado por Carlos Angiorama.
La colaboración nació en 2020, cuando la propia comunidad convocó a los científicos, que investigan la zona desde 2004, para que diseñaran el contenido del futuro museo. La investigación de Angiorama partió de una hipótesis: los metales preciosos hallados en la Quebrada de Humahuaca debían provenir de la Puna. Su búsqueda dio frutos extraordinarios: en la región de Pozuelos registraron más de 300 sitios arqueológicos inéditos que demostraban una explotación continua de oro, plata, estaño y cobre desde el siglo X (época preincaica) hasta bien entrado el siglo XIX.




Toda esa vasta historia está ahora volcada en el CIASD, a través de infografías, recursos digitales y propuestas multisensoriales que narran la profunda conexión de la región con la minería.
Cobres (Salta): El renacer del cobre y el bronce
De manera similar, en la localidad salteña de Cobres, la comunidad aborigen local contactó en 2016 al científico del CONICET Pablo Cruz con un objetivo claro: recuperar el patrimonio minero que le da nombre al pueblo y que había caído en el olvido. «El pueblo de Cobres se encuentra en la misma mina, las antiguas explotaciones son omnipresentes en el paisaje», explica Cruz.
El trabajo se desarrolló de manera «dialógica» con todos los miembros de la comunidad. Cruz y su equipo no solo realizaron estudios arqueológicos de las antiguas minas, sino que también aplicaron análisis arqueométricos para entender la composición de los metales y, en un fascinante ejercicio de arqueología experimental, construyeron y probaron modelos a escala de los antiguos hornos para comprender su funcionamiento.
La investigación reveló dos fases de una metalurgia de gran sofisticación: una prehispánica (siglos XIV-XV), caracterizada por grandes hornos de cuba que funcionaban con los potentes vientos de la Puna; y otra colonial (siglo XVIII), donde destacan los moldes para fabricar campanas y otros objetos eclesiásticos.
Dos museos, una historia complementaria
Como señala el propio Pablo Cruz, los dos nuevos museos no compiten, sino que se complementan a la perfección: «el de Cobres está asociado con la antigua producción de cobres y bronces, y el de Santo Domingo, con la producción de plata».
Ambos proyectos son un ejemplo extraordinario de cómo la ciencia puede ser una herramienta al servicio de las comunidades. Más que simples exposiciones de objetos, estos centros son espacios vivos de memoria e identidad, que no solo preservan el pasado, sino que buscan fortalecer el presente y el futuro cultural y económico de sus pueblos, demostrando que la historia de la Puna estaba, literalmente, esperando a ser desenterrada.
