La mosca doméstica es una plaga constante en las granjas avícolas, un vector de enfermedades que afecta la producción y la salud. Durante años, la respuesta fue el uso intensivo de insecticidas. Pero esa estrategia ha fracasado. Un estudio del CONICET acaba de revelar por qué: hemos creado, sin querer, una «súper mosca» con mutaciones genéticas que la hacen inmune al veneno.
Durante décadas, la batalla contra la mosca doméstica (Musca domestica) en las granjas avícolas argentinas se ha librado con una sola arma: los insecticidas piretroides. Pero en esta guerra química, el enemigo ha evolucionado. Un equipo de científicos del CONICET ha confirmado lo que muchos productores ya sospechaban: los controles han dejado de ser efectivos porque las moscas han desarrollado una formidable resistencia genética.
«La base de la problemática se centra en que se utilizaron durante mucho tiempo insecticidas piretroides, con el progresivo aumento de las dosis, lo que derivó en una selección de individuos con características genéticas para sobrevivir a los mismos», explica Ariel Toloza, director del estudio e investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPEIN).
El secreto está en los genes
El equipo de Toloza no se quedó en la observación. Por primera vez en Argentina, realizaron un análisis genético de las moscas recolectadas en tres granjas avícolas de Buenos Aires. El resultado, publicado en el Journal of Economic Entomology, fue contundente: el 87 por ciento de las moscas analizadas contenía al menos una de las mutaciones genéticas (conocidas como kdr, kdr-his y super-kdr) que les confieren resistencia a los piretroides.

«Previamente teníamos solamente la información toxicológica, y ahora, gracias a los análisis genéticos, pudimos conocer la principal causa que explica por qué las moscas son resistentes», destaca Romina Piccinali, coautora del trabajo. Ya no es una suposición, es un hecho genético.
Este hallazgo es crucial, ya que la mosca doméstica no es solo una molestia. Es un vector mecánico y biológico de innumerables enfermedades. «Es capaz de transmitir virus, bacterias, hongos y helmintos tanto a animales como a seres humanos», puntualiza el investigador Gonzalo Roca-Acevedo. En las aves, transmite infecciones que reducen su peso y la producción de huevos; en humanos, puede ser vehículo de agentes causantes del cólera, hepatitis y Salmonella, entre otros.
De la guerra química a la gestión inteligente
Con la prueba en la mano de que el viejo método ya no funciona, los científicos proponen un cambio de paradigma. El primer paso, subraya Toloza, es interrumpir el uso de los insecticidas piretroides.



La solución, explican, es adoptar un Manejo Integrado de Plagas (MIP), un enfoque holístico que combina múltiples herramientas:
- Control cultural y mecánico: como la correcta remoción del guano (estiércol de las aves), que es el principal criadero de las larvas.
- Control biológico: utilizando enemigos naturales de las moscas, como ciertos parasitoides.
- Trampas de captura masiva para los adultos.
- Control químico racional: utilizando insecticidas no piretroides, de bajo impacto ambiental y rotando los principios activos para evitar generar nuevas resistencias.
El equipo de investigación ahora busca que su trabajo sea la base para un programa de monitoreo a nivel nacional. La idea es desarrollar métodos económicos y rápidos para detectar estas mutaciones genéticas de manera temprana. De este modo, los productores podrían saber de antemano si el veneno que planean usar servirá de algo o si, por el contrario, solo estarán alimentando la evolución de estas «súper moscas».
Referencia:
Piccinali, R. V., Gonzalo, R. A., Viviana, P., & Toloza, A. C. (2025). First detection of kdr, kdr-his, and super-kdr type mutations in Musca domestica (Diptera: Muscidae) from Argentina. Journal of Economic Entomology, toaf221.
