Dos estudios revelan por qué se recae en el cigarrillo y el beneficio de dejarlo para el cerebro

Dejar de fumar es una de las batallas más difíciles. Ahora, dos nuevos estudios iluminan los dos frentes de esa lucha. Uno identifica por primera vez al enemigo más silencioso y persistente: el «cansancio psicológico» de no recaer. El otro, ofrece el incentivo más poderoso para seguir peleando: la prueba de que abandonar el cigarrillo, incluso tarde, frena el envejecimiento de nuestro cerebro.

El tabaquismo sigue siendo una de las principales causas de muerte prevenible en el mundo, pero la ciencia continúa buscando respuestas para dos de las preguntas más importantes: ¿por qué es tan difícil no recaer? Y, ¿realmente sirve de algo dejarlo después de décadas de fumar? Dos nuevos estudios acaban de aportar una claridad sorprendente a ambas cuestiones.

El enemigo oculto: la «fatiga de cesación»

Un estudio de la Universidad Deakin, en Australia, ha puesto nombre a un fenómeno que miles de ex fumadores conocen bien. La razón más fiable para predecir una recaída no son las ganas de fumar ni la falta de confianza, sino algo más sutil: el cansancio mental de sostener la abstinencia.

Los investigadores lo han llamado «fatiga de cesación psicológica». Es el agotamiento emocional que implica estar constantemente en guardia para no volver a prender un cigarrillo, una lucha que puede durar años. El estudio, que siguió a casi 2.000 ex fumadores, es contundente: quienes reportaban altos niveles de esta fatiga tenían un 64% más de probabilidades de recaer.

«Dejar de fumar es notoriamente difícil: alrededor del 95% de los intentos sin ayuda terminan en recaída», recuerda el autor principal, Hua Yong. Su recomendación es que los profesionales de la salud comiencen a evaluar este tipo de fatiga en sus pacientes y ofrezcan apoyo preventivo antes de que el agotamiento los venza.

La gran recompensa: un cerebro que envejece más lento

Justo cuando un estudio nos muestra lo difícil que es la batalla, otro nos da una de las mejores razones para no rendirse. Una investigación liderada por el University College London, publicada en The Lancet Healthy Longevity, ofrece una perspectiva complementaria y sumamente esperanzadora: abandonar el tabaco, incluso en la madurez, tiene beneficios directos y medibles sobre la salud de nuestro cerebro.

El trabajo, que analizó datos de más de 9.400 personas mayores de 40 años, encontró que quienes dejaban de fumar experimentaban una reducción significativa en la velocidad de su declive cognitivo. Los números son impresionantes:

  • El ritmo de pérdida de fluidez verbal se redujo a la mitad.
  • El ritmo de deterioro de la memoria se ralentizó en un 20%.

«Parece que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar, también por el bien del cerebro», señala la investigadora Mikaela Bloomberg. Este beneficio se explicaría porque dejar el hábito ayuda a reparar los vasos sanguíneos que nutren el cerebro, reduce la inflamación crónica y el estrés oxidativo.

En conjunto, ambos trabajos ofrecen un nuevo mapa para la lucha contra el tabaquismo. Por un lado, nos enseñan a reconocer y a tratar el agotamiento psicológico como un factor de riesgo real para la recaída. Por otro, nos entregan una de las motivaciones más poderosas: la promesa de un cerebro más sano y resiliente, sin importar a qué edad decidamos apagar el último cigarrillo.

Referencias:

Yong H.-H. et al., “Understanding the Role of Cessation Fatigue in Smoking Relapse: Findings from the International Tobacco Control Four Country Smoking and Vaping Survey”, Addiction, 2025.

Bloomberg M. et al., “Quitting smoking, even late in life, linked to slower cognitive decline”, The Lancet Healthy Longevity, 2025. DOI: 10.1016/j.lanhl.2025.100753

Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Antonio Villarreal publicado en SINC

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