El mundo rompe récords en energías limpias, pero no alcanza para cumplir la meta de 2030

El 2024 fue un año de récords históricos para la energía renovable, con una capacidad instalada sin precedentes a nivel global. La transición energética parece imparable. Sin embargo, un nuevo y contundente informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) advierte que no hay tiempo para festejos: al ritmo actual, el mundo no llegará a la meta climática de 2030. Estamos corriendo más rápido que nunca, pero la meta exige duplicar la velocidad.

El planeta está instalando paneles solares y turbinas eólicas a una velocidad nunca antes vista. En 2024, se sumaron 582 gigavatios (GW) de capacidad renovable, una cifra récord que consolida un auge que el Secretario General de la ONU, António Guterres, ha calificado de «imparable». Sin embargo, un nuevo informe presentado esta semana por IRENA, la Presidencia de la COP30 y la Alianza Global de Renovables (GRA) funciona como un balde de agua fría: a este ritmo, no alcanza.

Récords que no son suficientes

El informe es una dura dosis de realismo. Para cumplir con el objetivo acordado en la COP28 de triplicar la capacidad renovable para 2030, el mundo necesita agregar al menos 1.122 GW por año a partir de ahora. La matemática es simple y alarmante: necesitamos casi duplicar el ritmo de nuestro mejor año en la historia, y mantenerlo durante el próximo lustro.

«Hemos roto récords, pero los récords no bastan», sentenció Francesco La Camera, director general de IRENA. «Las energías renovables no solo son la solución climática más rentable, también representan la mayor oportunidad económica de nuestro tiempo».

El problema no es solo la generación. La otra pata de la transición, la eficiencia energética, también se está quedando atrás. En 2024, la intensidad energética global mejoró apenas un 1%, muy lejos del 4% anual que se necesita para mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5 °C.

La chequera de la transición: la inversión necesaria

Acelerar la transición tiene un precio, y el informe lo deja claro. La inversión en renovables en 2024 fue de 624.000 millones de dólares. Una cifra enorme, pero que debe más que duplicarse: se necesita un mínimo de 1,4 billones de dólares anuales hasta 2030.

Y eso es solo para la generación. El estudio advierte sobre los costos «ocultos» pero indispensables de la transición. Se requerirán unos 670.000 millones de dólares adicionales cada año solo para modernizar las redes eléctricas del mundo, para que puedan soportar la intermitencia del sol y el viento.

Un llamado a la acción para los gigantes económicos

La responsabilidad de liderar esta aceleración recae sobre las grandes economías. Se espera que los países del G20 representen más del 80% de la capacidad renovable en 2030. Desde el sector privado, que aporta el 75% de la inversión, el mensaje es claro: «Necesitamos planes gubernamentales a largo plazo que se traduzcan en acciones concretas: redes eléctricas modernas, almacenamiento y cadenas de suministro robustas», afirmó Ben Backwell, presidente de la GRA.

El informe de IRENA no es un mensaje de desesperanza, sino de urgencia. Demuestra que la transición energética no es un problema tecnológico, sino de escala y voluntad política. La carrera ha comenzado y la dirección es la correcta, pero si el mundo quiere llegar a la meta de 2030, es hora de empezar a correr mucho, mucho más rápido.

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