Científicos argentinos exploran los cañones submarinos de la Patagonia para entender su rol clave

El Mar Argentino es uno de los ecosistemas marinos más productivos del mundo, un tesoro de biodiversidad que sustenta a nuestras pesquerías. Pero, ¿cuál es el secreto de su riqueza? Científicos del CONICET sospechan que la respuesta yace en gigantescos cañones submarinos. A bordo del buque de investigación más avanzado del mundo, el Falkor (too), se han embarcado en la misión «Ecos de dos Cañones» para descubrirlo, y nos invitan a espiar en vivo.

Un equipo de científicos argentinos, provenientes de diversas instituciones lideradas por el CONICET y el Servicio de Hidrografía Naval (SHN), se encuentra a bordo del buque de investigación RV Falkor (too) en una de las campañas oceanográficas más importantes de los últimos años para nuestro país. La expedición, llamada «Ecos de dos Cañones», tiene un objetivo tan ambicioso como fundamental: descifrar el rol que juegan dos enormes sistemas de cañones submarinos en la Plataforma Patagónica como motores de la extraordinaria riqueza biológica del Mar Argentino.

Esta misión es una de las tres expediciones lideradas por argentinos que fueron seleccionadas por el prestigioso Schmidt Ocean Institute (SOI) para explorar el Atlántico Sudoccidental, y al igual que la exitosa campaña al Cañón de Mar del Plata, volverá a transmitir parte de su exploración en vivo por internet.

La hipótesis de la fertilización

A lo largo del talud continental argentino, donde la profundidad del océano cae abruptamente, fluye de sur a norte la Corriente de Malvinas, un verdadero río submarino de aguas frías y extraordinariamente ricas en nutrientes. La hipótesis central de los científicos es que los cañones submarinos —valles gigantescos tallados en el lecho marino— actúan como barreras que alteran el curso de esta corriente, forzando a esas aguas profundas y nutritivas a ascender hacia la plataforma continental, que es más somera.

«Queremos corroborar si los valles submarinos modifican efectivamente la dinámica de las corrientes y fuerzan el ingreso de las aguas ricas en nutrientes de la Corriente de Malvinas hacia la plataforma», expresa el Dr. Martín Saraceno, investigador del CONICET y uno de los científicos a bordo. Este fenómeno, conocido como «afloramiento», actuaría como una fertilización natural a gran escala, promoviendo las explosiones de fitoplancton que son la base de toda la cadena alimentaria y que sustentan los abundantes recursos pesqueros de la zona.

Un despliegue tecnológico sin precedentes

Para poner a prueba esta hipótesis, la expedición cuenta con un arsenal tecnológico de última generación, parte del cual fue desarrollado en Argentina. «Hay un despliegue poco común de equipamientos», explica la Dra. Graziella Bozzano, co-investigadora principal de la misión.

Los protagonistas de la campaña son:

  • El ya famoso ROV SuBastian, un vehículo operado remotamente que permitirá, según Bozzano, que «el ojo humano pueda ver en vivo y en directo por primera vez» las profundidades de los cañones Bahía Blanca (frente a Viedma) y Almirante Brown (frente a Rawson).
  • Un AUV de tipo GLIDER, un planeador submarino autónomo que realizará perfiles de la columna de agua con altísima resolución.
  • 46 boyas derivantes para rastrear las corrientes, de las cuales 30 fueron construidas y desarrolladas en Argentina, según remarca Saraceno.
  • Una plataforma Lander, anclada al fondo, también de desarrollo nacional, para obtener datos continuos de las corrientes.

En vivo desde el abismo, otra vez

Continuando con el exitoso modelo de ciencia abierta, la expedición volverá a transmitir en vivo por el canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute. «La transmisión tendrá lugar cuando realicemos inmersiones en las cabeceras de los cañones, a una profundidad de entre 200 y 600 metros», adelanta Bozzano. Durante cinco inmersiones de hasta 12 horas cada una, el público podrá acompañar a los científicos mientras recorren los valles submarinos y toman muestras del fondo.

La misión, que durará un mes, busca recolectar un volumen de información de calidad sin precedentes. Pero el objetivo trasciende lo puramente científico. Como concluye Bozzano, la esperanza es también «contagiar a la sociedad argentina de curiosidad, amor y respeto por nuestro mar».

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