Nobel de Medicina 2025 para los descubridores de los «guardianes» del sistema inmunitario

Nuestro sistema inmunitario es el ejército más poderoso que poseemos, un guardián incansable contra virus y bacterias. Pero, ¿quién vigila al guardián? ¿Qué le impide volverse contra nosotros y atacar a nuestro propio cuerpo? El Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2025 acaba de honrar a los tres científicos que respondieron a esa pregunta, al descubrir a los «guardianes» de nuestros guardianes.

La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska ha otorgado el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2025 a los estadounidenses Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell, y al japonés Shimon Sakaguchi, por sus descubrimientos sobre la «tolerancia inmunitaria periférica». Un término complejo para una idea simple pero revolucionaria: el descubrimiento del «freno de mano» de nuestro sistema de defensas.

Los tres ganadores: Mary Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi.
Institute for Systems Biology / Wikimedia Commons/ Osaka University

El trabajo de los tres laureados, realizado en tres actos a lo largo de casi una década, permitió identificar a las células T reguladoras, las guardianas que impiden que nuestro propio sistema inmunitario se descontrole y nos ataque, causando enfermedades autoinmunes.

Una revolución científica en tres actos

La historia de este descubrimiento es un ejemplo perfecto de cómo se construye el conocimiento científico, pieza por pieza.

  • Acto 1 (1995): El pionero solitario. En una época en que la mayoría de los inmunólogos creía que el cuerpo se protegía de la autoinmunidad simplemente eliminando a las células «rebeldes» en una etapa temprana (la «tolerancia central»), el japonés Shimon Sakaguchi fue contra la corriente. Desafió el dogma y descubrió una nueva y misteriosa clase de células inmunitarias que parecían tener una función activa: proteger al organismo de sus propias defensas.
  • Acto 2 (2001): La clave genética. A miles de kilómetros de distancia, los estadounidenses Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell estudiaban una cepa de ratones que sufría graves enfermedades autoinmunes. Buscando la causa, encontraron al «culpable»: una mutación en un gen que bautizaron como Foxp3. Poco después, demostraron que las mutaciones en el gen equivalente en humanos causaban una grave enfermedad autoinmune llamada IPEX. Habían encontrado el interruptor maestro genético.
  • Acto 3 (2003): La pieza final del rompecabezas. Fue Sakaguchi quien conectó brillantemente los dos hallazgos. En un trabajo crucial, demostró que el gen Foxp3 era, precisamente, el que controlaba el desarrollo y la función de aquellas misteriosas células que él había descubierto años atrás. El círculo se había cerrado. Esas células fueron oficialmente bautizadas como «células T reguladoras» (o Tregs), y Foxp3 era su gen director.

Del laboratorio a la clínica: un nuevo arsenal terapéutico

El descubrimiento de este mecanismo de control no fue solo un avance en la ciencia básica; abrió un universo de posibilidades terapéuticas. Al entender cómo funciona el «freno de mano» del sistema inmune, los científicos ahora pueden diseñar estrategias para manipularlo.

  • En enfermedades autoinmunes (como la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple), se busca potenciar la acción de las células T reguladoras para calmar al sistema inmune.
  • En cáncer, se busca hacer lo contrario: inhibir a estas células en la zona del tumor para «quitar el freno» y desatar un ataque inmunitario feroz contra las células cancerosas.
  • En trasplantes, se investiga cómo usar estas células para enseñarle al cuerpo a tolerar un nuevo órgano y evitar el rechazo.

«Sus descubrimientos han sido decisivos para comprender por qué no todos desarrollamos graves enfermedades autoinmunes», señaló Olle Kämpe, presidente del Comité Nobel. Hoy, varias de las terapias inspiradas en el trabajo de los tres laureados ya se encuentran en ensayos clínicos, prometiendo una nueva era en el tratamiento de algunas de las enfermedades más complejas que enfrenta la humanidad.

Por Daniel Ventuñuk

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