En una declaración que sacudió a millones de familias, la administración Trump anunció haber encontrado «una respuesta al autismo», vinculándolo al uso de paracetamol durante el embarazo. Sin embargo, la comunidad científica internacional ha respondido de manera unánime y contundente: no existen pruebas de que el analgésico más común y seguro cause autismo. Esta es la ciencia detrás del desmentido.
El anuncio de la administración Trump, calificándolo como «una de las cosas más importantes que haremos», ha puesto en el centro del debate una supuesta relación entre el consumo de paracetamol durante el embarazo y el riesgo de autismo en los hijos. Esta afirmación, acompañada de la propuesta de usar un fármaco llamado leucovorin como tratamiento, ha generado una rápida y firme respuesta de la comunidad científica mundial, que coincide en que las declaraciones carecen de evidencia sólida y pueden generar un daño a la salud pública.
¿Es seguro tomar paracetamol en el embarazo? Sí.
El consenso científico y médico es abrumador. El paracetamol (conocido como acetaminofén en EE. UU.) sigue siendo considerado el analgésico y antifebril de primera elección y el más seguro durante la gestación. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) emitió un comunicado ratificando que «puede utilizarse (…) si es clínicamente necesario» y que «no hay nuevas pruebas que requieran cambios en las recomendaciones».
Linden Stocker, consultor en medicina fetomaterna en el Reino Unido, es contundente: «No hay pruebas sólidas de que cause daño al feto, y es uno de los analgésicos más estudiados en embarazo. Generar miedo en torno a su uso solo aumenta la ansiedad de mujeres ya vulnerables».
Asociación no es causalidad: el error de culpar al analgésico
Entonces, ¿de dónde sale la supuesta relación? De estudios observacionales previos que encontraron una ligera asociación estadística. Sin embargo, los análisis más rigurosos han demostrado que esta asociación no implica causalidad. El problema, como explica el farmacólogo Ian Douglas, es que estos estudios no logran aislar la verdadera causa.
«Las mujeres que toman paracetamol suelen hacerlo por circunstancias (como infecciones o fiebre) que en sí mismas podrían aumentar el riesgo de autismo», señala. Es decir, el posible culpable no es el remedio, sino la enfermedad que se está tratando.
La prueba más contundente que desmonta la teoría de la causalidad es un masivo estudio sueco publicado en 2024 que comparó a hermanos. Este diseño metodológico permite controlar factores genéticos y ambientales de la familia. ¿El resultado? No se encontró un mayor riesgo de autismo en los niños cuyas madres tomaron paracetamol durante el embarazo.
El autismo está en los genes, no en el botiquín
La evidencia científica más sólida apunta a que la genética es el factor clave en la aparición del autismo. «La investigación molecular ha identificado cientos de genes que influyen en la probabilidad de desarrollar autismo, lo que es incompatible con la idea de que el paracetamol sea un factor causal principal», explica la psicóloga y genetista Angelica Ronald.
Los expertos advierten que este tipo de anuncios sin fundamento científico no solo son peligrosos porque pueden privar a las embarazadas de un tratamiento seguro y necesario, sino porque reavivan un patrón histórico y dañino. Como afirma la psicóloga Monique Botha: «El alarmismo (…) reavivará el patrón de culpabilizar a las madres por el autismo».
Leucovorin y el falso aumento de casos
Respecto a los otros dos puntos del anuncio, la ciencia también es clara. El leucovorin ha mostrado beneficios limitados en ensayos muy pequeños con niños ya diagnosticados y con características muy específicas, pero de ninguna manera previene o cura el autismo. Hacen falta estudios mucho más grandes para considerarlo un tratamiento generalizado.
En cuanto al aumento de diagnósticos de autismo, que es real, la mayoría de los especialistas coincide en que no se debe a una «epidemia» causada por un nuevo factor ambiental, sino a una mejora en los criterios de diagnóstico, una mayor concienciación social y una detección mucho más temprana que en décadas pasadas.
Referencias:
Ahlqvist, V. H., et al. “Acetaminophen Use During Pregnancy and Children’s Risk of Autism, ADHD, and Intellectual Disability,” JAMA, 2024.
Prada, D., et al. “Evaluation of the evidence on acetaminophen use and neurodevelopmental disorders using the Navigation Guide methodology,” Environmental Health, 2025.
Frye, R. E., et al. “Folinic acid improves verbal communication in children with autism and language impairment: a randomized double-blind placebo-controlled trial,” Molecular Psychiatry, 2018.
Panda, P. K., et al. “Efficacy of oral folinic acid supplementation in children with autism spectrum disorder: a randomized double-blind, placebo-controlled trial,” European Journal of Pediatrics, 2025.
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Antonio Villarreal publicado en SINC
