En la incansable búsqueda de vida en Marte, el rover Perseverance ha encontrado una roca que podría cambiarlo todo. En su interior, no solo hay materia orgánica, sino también una extraña asociación de minerales que, en la Tierra, son a menudo el resultado de la actividad microbiana. La NASA lo llama una «potencial biofirma», la pista más intrigante hasta ahora.
En el borde occidental del cráter Jezero, en un paraje marciano bautizado «Bright Angel», el rover Perseverance de la NASA se topó con una modesta roca de lodolita. Pero un análisis detallado de su composición, publicado en la prestigiosa revista Nature Communications, ha revelado que esta roca cuenta una historia química tan compleja y sugerente que se ha convertido en la candidata más fuerte hasta la fecha para contener una «potencial biofirma», una huella que en nuestro planeta estaría vinculada a la vida.
La escena del crimen: una roca con manchas extrañas
Todo comenzó con una observación visual. Utilizando sus cámaras de alta resolución, el rover detectó en la roca la presencia de diminutos nódulos oscuros, apodados por el equipo «semillas de amapola», y unas curiosas manchas con bordes oscuros y centros más claros, a las que llamaron «manchas de leopardo». Intrigados por estas texturas, los científicos decidieron realizar un análisis forense con los instrumentos a bordo.
El primer hallazgo clave vino del instrumento SHERLOC: confirmó la presencia de materia orgánica asociada a estas estructuras. El segundo, del instrumento PIXL, que mapeó la composición elemental de la roca con una precisión milimétrica. Este análisis reveló que los nódulos y los bordes de las «manchas de leopardo» estaban enriquecidos con fosfato de hierro (probablemente vivianita), mientras que los centros de las manchas contenían sulfuro de hierro (probablemente greigita).
El equipo encontró una correlación directa: a mayor concentración de materia orgánica, mayor era la presencia de estos minerales específicos, y más «blanqueada» o menos rojiza estaba la roca circundante. Esto indicaba que alguna reacción química había ocurrido allí después de que la roca se formara, y que la materia orgánica había sido un ingrediente clave en ese proceso.
El gran dilema: ¿química abiótica o microbios ancestrales?
Aquí es donde la historia se vuelve trascendental. Los científicos se plantearon dos hipótesis para explicar este fenómeno.
- La hipótesis abiótica (sin vida): ¿Podrían reacciones químicas naturales, sin intervención biológica, haber producido estos minerales? Es teóricamente posible, pero hay un gran problema. Para formar el sulfuro de hierro (greigita) de manera abiótica se necesitan temperaturas muy altas (más de 150 °C). Sin embargo, toda la evidencia geológica de la roca «Bright Angel» apunta a que se formó en un ambiente acuático de baja temperatura, es decir, condiciones frías.
- La hipótesis biológica (con vida): En la Tierra, esta combinación de minerales es un clásico. La vivianita y la greigita son productos de desecho comunes de bacterias que viven en entornos acuáticos con poca o nula presencia de oxígeno. Estos microbios utilizan la materia orgánica como alimento y «respiran» óxido de hierro o sulfatos, produciendo exactamente los minerales que Perseverance encontró.
El veredicto: una muestra en espera de juicio
Frente a esta evidencia, el equipo científico ha clasificado el hallazgo como una «potencial biofirma». Este término no significa que hayan encontrado vida, sino algo mucho más sutil y poderoso: «una característica que es consistente con procesos biológicos y que, al ser encontrada, desafía al investigador a atribuirla a procesos inanimados o biológicos».
La conclusión es un final de suspenso digno de una película. El rover Perseverance no solo analizó esta roca, sino que utilizó su taladro para extraer una muestra, llamada «Sapphire Canyon», que fue sellada herméticamente en un tubo de titanio.
Ese tubo ahora yace en la superficie de Marte, esperando una futura misión que lo traiga de regreso. La respuesta definitiva a si la intrigante química de «Bright Angel» fue obra de la geología o de la biología ancestral marciana está, literalmente, guardada bajo llave, aguardando su juicio en los laboratorios de la Tierra.
Referencia:
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo publicado en NATURE
