Es la selva tropical más grande y biodiversa del planeta, un tesoro natural que abarca nueve países. Pero, ¿cómo nació el Amazonas que conocemos hoy? La respuesta, según la ciencia, es una historia épica que comienza con el mismo asteroide que extinguió a los dinosaurios y continúa con un mar que inundó el continente.
Cada 5 de septiembre se celebra el Día de la Amazonía, una fecha para recordar la importancia de preservar el ecosistema más complejo del planeta. Pero para protegerlo, primero hay que entenderlo. Y una de las preguntas más fascinantes es: ¿cuál es su origen? La ciencia está empezando a armar un rompecabezas que abarca 65 millones de años y que involucra cataclismos cósmicos y transformaciones geológicas de una escala monumental.

Fotografía de DANA BERRY
Acto I: El meteorito que cambió el jardín
La historia del Amazonas moderno, según un artículo de la prestigiosa revista Science, comienza con un final: el del período Cretácico. Hace 66 millones de años, el impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios también provocó una extinción masiva en el mundo vegetal de Sudamérica.
Basándose en el análisis de miles de fósiles de polen y hojas, los científicos sostienen que antes del impacto, la región estaba dominada por plantas como las coníferas (gimnospermas). El cataclismo barrió con ellas. En el nuevo escenario, un tipo de planta diferente prosperó: las angiospermas, aquellas que tienen flores y frutos. Estas nuevas dominadoras crearon un bosque con una estructura completamente diferente: un dosel mucho más denso que atrapaba la luz y la humedad, sentando las bases para la «impresionante biodiversidad» que vemos hoy. El meteorito fue, en esencia, el «botón de reinicio» que permitió el surgimiento de la selva tropical tal como la conocemos.

Fotografía de Brian J. Skerry
Acto II: Cuando el Caribe llegaba hasta los Andes
El segundo gran factor transformador fue el agua. Pero no la de los ríos, sino la del mar. Durante el Mioceno (hace entre 23 y 5 millones de años), el nivel del mar subió de tal manera que el Océano Caribe inundó gran parte del continente sudamericano, avanzando más de 2.000 kilómetros tierra adentro.
«Estoy 100% seguro de que, al menos dos veces en la larga historia de América del Sur, el Caribe invadió la costa norte del continente y se derramó en la Amazonía occidental», afirma en Science el paleontólogo Carlos Jaramillo.
Esta inundación masiva no creó un océano, sino un gigantesco y complejo mosaico de pantanos, estuarios y lagos de agua salobre, salpicado de islas. Este «mosaico de biomas», como lo llaman los científicos, obligó a los organismos a adaptarse a condiciones increíblemente variadas, provocando «explosiones de especiación», es decir, un auge en la evolución de nuevas especies. La prueba de este mar interior son los fósiles de plancton y moluscos marinos encontrados en el corazón del continente, y especies actuales como los delfines del Amazonas, cuyos ancestros eran oceánicos.


El crisol de la vida
A estos dos grandes eventos se suman otros factores, como el levantamiento de la cordillera de los Andes y el constante cambio en el curso de los ríos, que continuaron creando nuevos hábitats y fomentando la diversidad.
El resultado de esta épica historia geológica es una riqueza biológica inigualable. El biólogo Christopher Dick lo resume de forma contundente: «Tenemos alrededor de 300 especies de árboles en el este de Norteamérica. En la Amazonía occidental, tenemos 300 especies de árboles en una sola hectárea».
Hoy, se estima que en la Amazonía hay al menos 40.000 especies de plantas y miles de especies de peces y mamíferos. Su origen nos enseña que esta increíble biodiversidad no es estática, sino el producto de millones de años de catástrofes, cambios y una incesante adaptación a la vida.
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo publicado en National Geographic
