Hace 70 millones de años, en el sur de la Patagonia, los últimos grandes dinosaurios no reinaban solos. Un nuevo hallazgo de paleontólogos del CONICET acaba de desenterrar a su principal competidor: un cocodrilo terrestre, robusto y feroz, que se disputaba con ellos el trono de depredador tope del ecosistema.
A unos 30 kilómetros de El Calafate, en Santa Cruz, un equipo de científicos del CONICET ha descubierto los restos de un animal que viene a reescribir la historia de la Patagonia prehistórica. No es un dinosaurio, pero era tan temible como ellos. Se trata del Kostensuchus atrox, una nueva especie de cocodrilo de casi tres metros de largo que, por sus características, ya ha sido apodado el «bulldog» del Cretácico.
A diferencia de sus parientes actuales, que son acuáticos y de cráneo chato, el Kostensuchus era un depredador terrestre. Su cabeza era alta, con los ojos orientados hacia los lados y las patas ubicadas verticalmente bajo el cuerpo, lo que le permitía moverse con una agilidad impensada para un cocodrilo moderno.
«Esta nueva especie se distingue por el gran tamaño de sus dientes y cráneo, y la robustez de su mandíbula. Estas características son las que nos hacen interpretarlo como un predador tope del ecosistema», comenta Diego Pol, investigador del CONICET y uno de los autores del estudio publicado en PLoS ONE. Su cabeza de 50 centímetros estaba armada con más de 50 dientes, algunos de más de 5 centímetros y con bordes aserrados, ideales para desgarrar la carne de sus presas.
Leones y hienas, versión cretácica
El hallazgo del Kostensuchus es aún más fascinante porque permite reconstruir las complejas relaciones de un ecosistema que existió justo antes de la extinción masiva de los dinosaurios. En las mismas rocas de la Formación Chorrillo, los paleontólogos ya habían descubierto al gran dinosaurio carnívoro Maip macrothorax.
Ahora, la aparición de este súper cocodrilo plantea un escenario de competencia feroz. «Es muy probable que Kostensuchus y Maip se debatieran por el alimento, de modo similar a los enfrentamientos que hoy ocurren en África entre hienas y leones», comenta el paleontólogo Fernando Novas, primer autor del trabajo. Ambos gigantes habrían competido por presas como los dinosaurios herbívoros Nullotitan (de casi 25 metros) e Isasicursor (del tamaño de un guanaco), encontrados en la misma zona.



Un hallazgo en la víspera de la pandemia
La historia del descubrimiento tiene un condimento especial. Los primeros huesos del cráneo fueron encontrados el 10 de marzo de 2020, pocos días antes de que la pandemia de COVID-19 paralizara al mundo. Fue el técnico del CONICET, Marcelo Isasi, junto al paleoartista Gabriel Lio, quienes dieron con el fósil en el lecho de un río seco.
El propio Isasi se encargó de la titánica tarea de liberar los huesos de la roca durante los meses de confinamiento. «Con ayuda de martillos neumáticos de alta precisión fui dejando el hueso expuesto y al ir asomando los dientes no lo podía creer: eran muy grandes y brillantes», recuerda. «Me ganaba la curiosidad de saber cómo era el animal que estaba encerrado en la roca, por lo que la jornada laboral se extendía desde muy temprano en la mañana hasta la madrugada del día siguiente. No podía dejar de trabajar».
Esa dedicación apasionada permitió revelar el esqueleto casi completo de este nuevo rey de la Patagonia, un depredador formidable que nos recuerda que, en el fin de la Era de los Dinosaurios, el trono se disputaba a muerte.
Referencia:
Novas FE, Pol D, Agnolín FL, Carvalho IdS, Manabe M, Tsuihiji T, et al. (2025) A new large hypercarnivorous crocodyliform from the Maastrichtian of Southern Patagonia, Argentina. PLoS One 20(8): e0328561.
