En medio del desierto de Gobi, donde las tormentas de arena castigan el paisaje, gigantescos molinos de viento giran en silencio. Pero allí no hay un solo trabajador humano. Quienes patrullan y vigilan esta megaestructura son perros. Perros de metal.
Lo que hasta hace poco era una fantasía reservada para capítulos de Black Mirror, hoy es la rutina diaria en el norte de China. Desde hace casi un año, el parque eólico Ningxia Tongli, una instalación de 70 MW en una de las regiones más inhóspitas del planeta, funciona de manera completamente autónoma. Sin personas.
Antes, el personal de mantenimiento debía caminar más de 10 kilómetros bajo temperaturas extremas y tormentas de arena para realizar las inspecciones semanales. Ahora, todo se supervisa a 30 kilómetros de distancia gracias a un ecosistema de drones, sensores y los grandes protagonistas de esta revolución: los perros robot X30 de la compañía DEEP Robotics.
El resultado es un salto cuántico en eficiencia: se han ahorrado más de 3.000 horas de inspección y la productividad laboral aumentó un 27%. Pero el logro más importante es la eliminación total del riesgo humano. La planta se ha convertido en una auténtica «fábrica oscura», un concepto de la industria 4.0 que se refiere a instalaciones que operan sin necesidad de luz ni presencia humana.
X30: el «perro» que todo lo ve
El cuadrúpedo metálico que ha hecho esto posible es una maravilla de la ingeniería. El X30 es un robot de 56 kilos diseñado para soportar las peores condiciones: opera entre -20 °C y 55 °C, sube escaleras, se mueve en oscuridad total y camina sobre arena o grava sin perder la estabilidad.
Pero su verdadero poder está en su cerebro artificial. Equipado con IA, el X30 puede:
- Leer medidores analógicos y digitales con una precisión del 96,5%.
- Reconocer indicadores de encendido y apagado.
- Tomar lecturas infrarrojas de temperatura para detectar sobrecalentamientos.
- Emitir alarmas instantáneas si detecta cualquier anomalía.
Y lo más increíble: si pierde la comunicación con el centro de control, sus algoritmos le permiten seguir gestionando las inspecciones y analizando los datos de forma autónoma.
La nueva era de la automatización
La revolución de los guardianes metálicos no se detiene en la energía eólica. DEEP Robotics ya ha desplegado sus «perros» en fábricas siderúrgicas, estaciones eléctricas y parques solares. Incluso ya tienen un prototipo híbrido, llamado Lynx, que combina patas y ruedas para moverse en nieve y hielo.
China está demostrando cómo la inteligencia artificial «encarnada» —es decir, con un cuerpo físico— puede transformar la industria energética. Lo que parecía una escena de ciencia ficción ya es una realidad que reduce costos, mejora la seguridad y garantiza el funcionamiento de infraestructuras críticas en los entornos más extremos. La pregunta que queda flotando en el aire del desierto es inevitable: si hoy vigilan parques eólicos, ¿dónde más veremos en el futuro a estos nuevos centinelas?
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Alba Otero publicado en Xataka
