Desde la sede de la ONU, António Guterres instó a no renunciar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y recordó que la paz duradera solo puede sostenerse sobre las bases del desarrollo. Pese a retrocesos, hay señales claras de que aún es posible avanzar si se actúa con urgencia y cooperación.
En tiempos marcados por crisis múltiples, guerras, desigualdades persistentes y desconfianza global, puede parecer difícil imaginar un futuro más justo, verde e inclusivo. Sin embargo, António Guterres —secretario general de las Naciones Unidas— eligió la palabra «plan» en lugar de «sueño» para describir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Lo hizo al inaugurar el Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible, celebrado en la sede de la ONU en Nueva York.
«Los ODS no son un sueño. Son un plan», declaró Guterres ante una Asamblea General expectante. La afirmación no es menor: a cinco años del plazo fijado para alcanzar las metas de la Agenda 2030, solo el 35 % está encaminado, mientras que un preocupante 18 % ha retrocedido. Pero el mensaje no fue de derrota. Fue un llamado a la acción urgente, ambiciosa y cooperativa.
Desarrollo y paz: una ecuación indivisible
Uno de los ejes del discurso fue la relación entre desarrollo sostenible y paz duradera. «Reconocemos los profundos vínculos entre el desarrollo y la paz», remarcó Guterres, al tiempo que advirtió cómo los conflictos armados actuales —en Gaza, Sudán, Medio Oriente— alejan cada vez más la posibilidad de cumplir con los ODS.
En particular, se refirió a la situación en Gaza, donde pidió «un alto el fuego inmediato, la liberación de todos los rehenes y el acceso humanitario sin trabas», lo que fue recibido con un cerrado aplauso por parte de los representantes presentes. También expresó preocupación por las tensiones entre Israel e Irán y el «baño de sangre» en Sudán, como ejemplos del frágil contexto internacional que conspira contra los objetivos globales.
La paz, dejó en claro, no se sostiene solo con diplomacia o desmilitarización: necesita cimientos económicos, sociales y ambientales. En palabras de Guterres, «la paz sostenible requiere del desarrollo sostenible».
No todo está perdido
Lejos de caer en el pesimismo, el Secretario General puso en valor algunos avances recientes que demuestran que el multilateralismo —aun con sus fallas— sigue siendo una herramienta poderosa. Mencionó el acuerdo global sobre pandemias aprobado en Ginebra, los compromisos ambientales sellados en la Conferencia del Océano en Niza y la Cumbre de Sevilla sobre Financiamiento para el Desarrollo, que impulsa una reforma del sistema financiero mundial.
«Estos logros no son victorias aisladas, sino señales claras de que la transformación es posible», subrayó. En esa línea, propuso potenciar el uso de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial para acelerar el desarrollo, pero advirtió que esto debe hacerse sin profundizar las brechas existentes.
Cinco claves para la Agenda 2030
El Foro puso el foco este año en acelerar cinco ODS considerados catalizadores del resto: salud, igualdad de género, trabajo decente, vida submarina y alianzas globales. Son metas interrelacionadas que, si se cumplen, pueden impulsar mejoras en muchas otras áreas.
Desde 2015, algunos avances dan cuenta del potencial de la Agenda 2030 cuando hay voluntad política y recursos: más personas acceden a electricidad e internet, se amplió la protección social, bajaron los matrimonios infantiles y mejoró la representación femenina en espacios de decisión. Pero aún queda mucho camino por recorrer.
Por eso, Guterres pidió reformas estructurales profundas. Entre ellas, aumentar la capacidad crediticia de los bancos multilaterales y rediseñar el sistema financiero internacional para que los países en desarrollo puedan participar en igualdad de condiciones.
Última llamada antes del 2030
Con solo cinco años por delante, el titular de la ONU llamó a convertir las «chispas de transformación» en una verdadera «llamarada de progreso». Su mensaje fue tan claro como urgente: «Hagamos que el desarrollo sostenible sea una realidad, por las personas y por el planeta».
En un mundo que parece tambalear, el plan de los ODS sigue en pie. No como un lujo para tiempos mejores, sino como una hoja de ruta imprescindible para construir un futuro habitable.
