Por qué el cerebro prefiere quedarse en casa después de los 50 (y no es solo pereza)

Un análisis de resonancias magnéticas muestra que el envejecimiento reduce la conectividad en áreas cerebrales clave para la sociabilidad. Descubren cómo el cerebro reconfigura sus redes y afecta nuestras relaciones.

A medida que sumamos años, muchas veces ganamos experiencia… pero también esa pereza que nos hace posponer encuentros y reducir nuestros círculos. ¿Por qué sucede? Un trabajo reciente liderado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur propone que el envejecimiento modifica la forma en que distintas redes cerebrales se comunican entre sí, afectando directamente nuestras capacidades para entablar y sostener relaciones sociales.

«Nuestros resultados sugieren que el envejecimiento altera la arquitectura funcional del cerebro de forma que reduce las capacidades necesarias para establecer y mantener relaciones sociales», explican los autores del estudio en Neuroscience & Biobehavioral Reviews.

El cableado cerebral que cambia con los años

Mediante fMRI (resonancias magnéticas funcionales en reposo) y cuestionarios de personalidad, el equipo identificó dos redes críticas:

Tipo de redCambio con edadImpacto en sociabilidad
Redes de introspección↑ Conectividad↓ Menor interés social
Redes de conexión emocional↓ Conectividad↓ Menor capacidad vincular

Áreas afectadas:

  • Sistema límbico e ínsula (gestión emocional).
  • Red de atención ventral (detectar estímulos sociales).
  • Corteza frontoparietal (empatía y teoría de la mente).

Las consecuencias de un cerebro menos social
Esta reorganización neural explica fenómenos como:

  • Dificultad para «leer» emociones ajenas.
  • Menor motivación para iniciar contactos.
  • Cansancio ante interacciones complejas.

Pero no es un tema menor: la pérdida de sociabilidad se vincula a mayor riesgo de:
☑️ Enfermedades cardiovasculares
☑️ Deterioro cognitivo
☑️ Depresión

Los autores son claros:

«Los cambios en la conectividad cerebral […] pueden deteriorar habilidades sociocognitivas esenciales».

La hipótesis del cerebro social

Estos hallazgos dan sustento a la “hipótesis del cerebro social” de Robin Dunbar, según la cual habilidades como la empatía, la comprensión emocional y el control cognitivo son esenciales para nuestras relaciones y tienden a resentirse con la edad.

La sociabilidad no es un capricho: su declive se ha vinculado con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo, depresión y hasta mortalidad prematura. Por eso, entender estos cambios cerebrales como parte del envejecimiento —y no como una elección voluntaria— resulta crucial para diseñar estrategias de envejecimiento activo y saludable.

Hacia un envejecimiento socialmente activo

Los autores proponen reforzar la educación psicológica entre adultos mayores y cuidadores para normalizar estas transformaciones y ofrecer herramientas de estimulación cognitiva y social adaptadas a esta etapa. Programas que apunten a reforzar la conectividad de las redes “beneficiosas” podrían ayudarnos a mantener vivo ese entusiasmo por compartir un mate, una charla o una salida con amigos, incluso con el paso de los años.

Como resume el equipo:

«Facilitar herramientas que promuevan el envejecimiento activo y saludable es clave».

Referencia:
Dan YR, Siew SKH, Yu J et al. «Intrinsic functional connectivity brain networks mediate effect of age on sociability». PLoS One, 2025.

Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Antonio Villarreal publicado en SINC

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