Imaginá un lobo tan grande como un oso, con dientes de sable y patas de atleta olímpico. Ahora pensá que ese animal, extinto hace milenios, vuelve a caminar entre nosotros gracias a un cóctel de CRISPR, perras valientes y ADN rescatado de fósiles. ¿Ciencia ficción? Para Colossal Biosciences, es el día después de la desextinción.
La receta del Frankenstein genético: cómo revivieron al Canis dirus
La empresa estadounidense Colossal Biosciences —la misma que creó ratones con genes de mamut— acaba de anunciar un hito: tres lobos modificados genéticamente que imitan al extinto Canis dirus. Los cachorros, bautizados Rómulo, Remo y Khaleesi, nacieron de perras comunes tras un proceso que mezcla paleogenética y tecnología de punta.
El paso a paso científico:
- ADN fósil: Extrajeron material genético de un diente de lobo gigante de 13 mil años y un cráneo de 72 mil años.
- Edición CRISPR: Modificaron 14 genes en células de lobo gris para replicar rasgos del Canis dirus: tamaño un 20% mayor, pelaje blanco y mandíbulas capaces de triturar huesos.
- Vientres caninos: Implantaron 45 embriones editados en perras, de las cuales tres gestaron con éxito.
«Es el primer caso de desextinción en la historia», afirma la compañía en un comunicado en X (ex Twitter). Pero hay un detalle: no han publicado estudios revisados por pares, el sello de oro de la ciencia rigurosa.
Lobos VIP en una reserva secreta ¿Son realmente gigantes?
Los tres cachorros viven en una reserva animal de ubicación desconocida, protegidos de miradas curiosas. Según Time —que tuvo acceso exclusivo—, su comportamiento es «más lobuno que perruno». Pero, ¿qué tan parecidos son a sus ancestros?
Diferencias clave:
- Tamaño: Prometen un 20% más que un lobo gris… cuando sean adultos.
- Pelaje: Blanco como la nieve, un rasgo rescatado de genes fósiles.
- Dientes: Aún no tienen el filo de los originales, que podían triturar huesos de bisonte.
George Church, cofundador de Colossal y genetista de Harvard, lo resume así: «No son clones, sino un híbrido entre pasado y presente».
El sueño (y el dilema) de revivir especies perdidas
El plan de Colossal no se detiene aquí. Su lista de deseos incluye:
- Mamuts lanudos: Usar elefantas como vientres de alquiler.
- Tigres de Tasmania: Resucitar al depredador icónico de Australia.
Pero los científicos independientes piden prudencia. Ben Novak, biólogo de Revive & Restore, advierte: «Un mamut con genes editados no será igual al que congeló Siberia. Es como pretender que un Ford T con luces LED sea un auto antiguo».

La sombra del bucardo: el precedente español que terminó en tragedia
La desextinción tiene antecedentes amargos. En 2003, científicos españoles revivieron al bucardo —una cabra pirenaica— clonando células congeladas. El resultado: Celia, una cría que murió a los 10 minutos por malformaciones pulmonares.
«Fue un logro técnico, pero también una lección de humildad», reconoció Alberto Fernández-Arias, veterinario del proyecto.
¿Jugando a ser dioses con ADN?
Mientras Colossal celebra, surgen preguntas incómodas:
- ¿Ética o espectáculo?: La reserva secreta de los lobos huele a marketing más que a conservación.
- Ecosistemas alterados: ¿Dónde liberarían un mamut editado? La tundra siberiana ya no es la de hace 10 mil años.
- Especies en peligro: ¿No sería mejor usar estos recursos para salvar al lobo mexicano o al elefante asiático?
«La tecnología avanza más rápido que la reflexión —señala Church—. Nuestro deber es usarla con responsabilidad».
«Revivir especies es como abrir la caja de Pandora: una vez que empezás, no podés predecir qué saldrá», resume Novak. Y mientras la ciencia debate, Rómulo, Remo y Khaleesi aúllan en su reserva, quizás sin entender que son los primeros fósiles vivientes de la era CRISPR.
Nota del editor: Este artículo se basa en el comunicado oficial de Colossal y el reporte de Time. Las citas de George Church y Ben Novak corresponden a declaraciones públicas previas no vinculadas específicamente a este proyecto.
De qué hablamos cuándo hablamos de la era CRISPR
CRISPR (pronunciado crisper) no es un invento humano: es un sistema de defensa que las bacterias usan hace millones de años para cortar el ADN de virus invasores. En 2012, las científicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna descubrieron cómo convertirlo en una herramienta de edición genética. Su logro les valió el Nobel de Química en 2020 y nos metió de lleno en esta nueva era.
Cómo funciona:
- Buscar: Una guía de ARN localiza el gen defectuoso (ej: uno que causa cáncer).
- Cortar: La proteína Cas9 (como una tijera molecular) corta el ADN en ese punto exacto.
- Reparar: La célula repara el corte, ya sea desactivando el gen o insertando uno nuevo.
Es como editar un Word del cuerpo: borrás una palabra mal escrita («gen mutado») y la reemplazás por la correcta.
De curar enfermedades a resucitar mamuts las promesas (y polémicas) de esta era
Lo que ya se hace:
- Terapias génicas: En 2023, la FDA aprobó la primera cura CRISPR para la anemia falciforme.
- Alimentos editados: Hongos que no se pudren, trigo resistente a sequías.
- Biohacking: Empresas como Colossal usan CRISPR para añadir genes de mamut a elefantes.
Lo que se debate:
- ¿Es ético «diseñar» bebés a la carta? En 2018, un científico chino creó los primeros humanos editados genéticamente, causando escándalo mundial.
- ¿Revivir especies extintas alterará ecosistemas? (Como los lobos gigantes de Colossal).
¿Por qué le decimos «era»?
Porque CRISPR democratizó la edición genética: antes, modificar ADN era lento, caro y poco preciso. Hoy, cualquier laboratorio universitario puede hacerlo con un kit de 200 dólares. Es como pasar de escribir en máquinas de escribir a usar ChatGPT.
El dato: El nombre completo es CRISPR-Cas9. «CRISPR» significa Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas (un trabalenguas que hasta los científicos evitan decir).
El futuro según CRISPR
Mientras leés esto, hay proyectos para:
- Borrar el VIH de células infectadas.
- Resucitar el tigre de Tasmania (como quiere Colossal).
- Crear mosquitos editados que no transmitan malaria.
Pero como dijo Jennifer Doudna: «El poder de CRISPR es tan grande que da miedo. Podemos curar o causar daños irreversibles. La ética debe ir a la par de la técnica».
«Estamos jugando con bloques de Lego de la vida —advierte un bioético—. Y todavía no sabemos si la torre que construimos se mantendrá en pie o se derrumbará».
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de Nuño Domínguez en El País
