¿Cómo los escribas de Mesopotamia sentaron las bases de la ciencia moderna y cambiaron para siempre la manera de medir el tiempo?
De los augurios a las ecuaciones el camino de los escribas babilónicos para descifrar el cosmos
Mucho antes de los telescopios o los laboratorios, los escribas babilónicos (que vivieron entre 2500 y 4000 años atrás) ya estaban haciendo ciencia. No solo observaban las estrellas, sino que también sistematizaban su conocimiento, creando el primer sistema organizado para predecir eventos celestes. Para ellos, la astronomía era tanto práctica como mística: servía para seguir el tiempo para la agricultura, interpretar augurios para los reyes y sentar las bases de lo que hoy llamamos ciencia.
«Los babilonios veían cambios en los movimientos de los planetas o eventos raros como los eclipses como señales augurios de lo que iba a pasar en la Tierra», explica un historiador especializado en ciencia antigua. Su objetivo era descifrar esos mensajes de los dioses. Para hacerlo, desarrollaron herramientas como el MUL.APIN (un catálogo de estrellas nombrado por la constelación “El Arado”) y los Diarios Astronómicos, que registraban posiciones planetarias, fases lunares e incluso eventos terrestres como el precio del grano durante más de 700 años.
El diario que duró siete siglos y su impacto en la ciencia moderna
Los Diarios Astronómicos son una obra maestra de la ciencia antigua. Estas tablillas de arcilla, inscriptas en cuneiforme, documentaban desde la posición de Venus hasta el clima y eventos políticos. «Si Venus estaba en un lugar en un día determinado, volvería al mismo lugar ocho años después», nota el historiador. Este descubrimiento les permitió predecir ciclos planetarios y crear efemérides: tablas que pronosticaban eventos celestes.
¿Y cuál fue su mayor legado? El sistema sexagesimal (base 60), que seguimos usando hoy para dividir las horas en minutos y segundos. «Las observaciones babilónicas eran tan influyentes que culturas posteriores adoptaron sus unidades para la astronomía, aunque usaban base 10 para otras mediciones», dice el historiador.

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¿Por qué la astronomía babilónica fue revolucionaria?
- Poder predictivo:
Relacionaban patrones celestes con eventos terrestres, creyendo que predecir los primeros podía anticipar los segundos. Por ejemplo, la sombra de la Tierra durante un eclipse lunar podía significar una inundación próxima. - Matemática sobre mitología:
Para el siglo IV a.C., pasaron de interpretar augurios a calcular movimientos planetarios usando aritmética. - Conocimiento colaborativo:
Sus registros se compartían y refinaban durante siglos, igual que los papers científicos modernos.
Tu vida diaria moldeada por Babilonia
¿Sabías que cada vez que mirás la hora estás usando una herencia de 4000 años? Los babilonios dividieron el día en 12 horas y cada hora en 60 minutos, un sistema que persistió porque era demasiado práctico para abandonarlo.
Incluso la NASA usa tablas astronómicas inspiradas en los babilonios. Su calendario de eclipses online, que llega hasta el año 3000, tiene raíces en esos diarios de arcilla.

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El lado oscuro de las estrellas y su influencia en el poder
La astronomía babilónica no era solo curiosidad. Era una herramienta de poder. Los reyes usaban predicciones celestes para legitimar su gobierno, y los sacerdotes interpretaban augurios para controlar narrativas. «Una mala cosecha o la muerte de un rey podían verse como mensajes de los dioses», señala el historiador.
Pero su rigor científico era innegable. Los escribas no solo registraban datos, también los analizaban. Por ejemplo, notaron que Venus tenía un ciclo de 8 años (en unidades babilónicas) y usaron esto para predecir su posición.
Un legado que atraviesa milenios
Cuando astrónomos griegos como Ptolomeo construyeron modelos geométricos del cosmos, se basaron en datos babilónicos. Hoy, conceptos como el zodíaco y términos como “eclipse lunar” todavía resuenan con su trabajo.
«La astronomía babilónica fue el primer sistema científico que conectó observación, registro y predicción», concluye el historiador. Y aunque sus métodos eran distintos a los nuestros, su influencia perdura: en cada reloj, en cada eclipse predicho y en cada debate sobre qué es la ciencia.
Por Daniel Ventuñuk
En base al artículo de James Byrne en The Conversation
