La iglesia del Santo Sepulcro está ubicada en Jerusalén y es el lugar más importante para todas las ramas del cristianismo. Según la tradición religiosa, allí fue sepultado y resucitó Jesús. Sin embargo, ¿sabías que también fue un templo «pagano»?
Ubicada en el barrio cristiano de Jerusalén, en este sitio se encuentran los lugares más sagrados para los creyentes de Jesús: el Gólgota, supuesto punto exacto de la crucifixión, y el sepulcro que pertenecía a José de Arimatea, quien lo cedió para enterrar a Jesús, conocido como el Santo Sepulcro. Este lugar también es señalado en el Nuevo Testamento como el sitio de la resurrección de Jesús. Sin embargo, por tratarse de un sitio antiquísimo, estuvo bajo el control de distintos imperios y jurisdicciones a lo largo de la historia.

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Un templo romano
En el año 70, tras el sitio de Jerusalén durante la Guerra Judeo-Romana, la ciudad quedó devastada.
Algunos relatos indican que ya se realizaban rituales en honor a Jesús en este lugar, pero las autoridades romanas se oponían al judaísmo y aún más a los llamados «nuevos judíos» –el nombre que recibían los cristianos en ese momento–, por lo que no permitían ningún culto allí.
Casi un siglo después, durante el mandato del emperador Adriano, el Imperio Romano buscó borrar cualquier rastro del culto a Jesús. Adriano decidió construir una nueva ciudad romana sobre las ruinas de Jerusalén, llamada Aelia Capitolina.
Hacia el año 136, Adriano ordenó la construcción de un templo dedicado a Venus (o Júpiter) en este lugar estratégico, ya que estaba ubicado entre las dos carreteras principales de la región.
No está claro si Adriano sabía que ese lugar era considerado el sepulcro de Jesús. Sin embargo, dado el objetivo del Imperio Romano de eliminar cualquier vestigio del judaísmo, que incluía al cristianismo, la tradición religiosa sostiene que la decisión fue deliberada.
De templo politeísta a iglesia cristiana
En el año 312, casi dos siglos después de la construcción del templo dedicado a la diosa Venus, el emperador Constantino el Grande tuvo una visión de una cruz en el cielo, la cual interpretó como una señal divina. Esto lo llevó a convertirse al cristianismo y a legalizar esta religión en el Imperio Romano.
Posteriormente, Constantino envió a su madre, santa Elena de la Cruz, a buscar la tumba de Jesús.
Elena, acompañada por dos obispos de Jerusalén, emprendió la búsqueda del lugar bíblico de la resurrección. Durante sus investigaciones, encontraron una tumba con tres cruces, lo que los llevó a identificarla como el mausoleo de Cristo.
En el año 326, Constantino tomó una decisión política y simbólica: ordenó la destrucción del santuario dedicado a la diosa romana y su reemplazo por una iglesia cristiana.
Al destruir el templo, se descubrió una tumba subterránea que Elena y el obispo Macario identificaron como la sepultura de José de Arimatea, prestada para un hombre crucificado. Según las autoridades cristianas, esta era la tumba de Jesús. Así nació lo que hoy conocemos como la iglesia del Santo Sepulcro.
En paralelo, se realizó otra búsqueda en Belén, donde se identificó el lugar del nacimiento de Jesús, estableciendo lo que hoy se conoce como la Basílica de la Natividad.

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Dudas históricas
Algunos investigadores cuestionan la autenticidad de este lugar como la tumba de Jesús. Argumentan que los muros romanos presentes podrían haber destruido cualquier tumba preexistente.
Sin embargo, desde hace más de mil años, la tradición sostiene que este sitio es la locación del sepulcro de Jesús. Además, el arqueólogo israelí Dan Bahat opina que no hay pruebas suficientes para confirmar que se trata de la tumba de Cristo, aunque admite que no existe otro lugar más «plausible».
La iglesia del Santo Sepulcro: un espacio para todos los cristianos
Actualmente, aunque existen múltiples ramas del cristianismo, como el catolicismo y las iglesias ortodoxas, la iglesia del Santo Sepulcro es un lugar compartido por todas ellas.
No solo es sede del patriarcado ortodoxo griego de Jerusalén, sino que también tiene espacios asignados para la Iglesia católica romana, la Iglesia apostólica armenia, la ortodoxa etíope, la ortodoxa copta y la ortodoxa siríaca. Este carácter inclusivo la convierte en un símbolo de unidad para los cristianos.
Si bien hoy el templo es un sitio santo para el cristianismo, su historia es una muestra invaluable de la evolución cultural y religiosa de Occidente. Lo que alguna vez fue un santuario «pagano», ahora es el lugar más sagrado para una de las religiones más importantes del mundo.
Fuente: CULTURIZANDO
